San José, 9 Jun (Elpaís.cr).- Solo 12 de los 84 gobiernos locales de Costa Rica tienen en funcionamiento sistemas centralizados de compostaje con infraestructura, personal capacitado y logística adecuada para el tratamiento de residuos orgánicos.
Así lo dio a conocer Susy Lobo, encargada del área de Gestión Integral de Residuos Sólidos de la Asociación Centroamericana para la Economía, Salud y el Ambiente (ACEPSA), durante la mesa redonda Retos de la gestión integral de residuos sólidos en Costa Rica, organizada por el programa Horizontes Ambientales del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional.
Según explicó Lobo, un sistema centralizado implica disponer de un terreno acondicionado para recibir residuos, con cronogramas establecidos de recolección y un equipo técnico que procese el material orgánico, el cual puede convertirse en fertilizante natural para uso agrícola o doméstico.
Sin embargo, esta modalidad solo opera en los cantones de Alvarado, Grecia, Jiménez, Monteverde, Naranjo, Palmares, Pérez Zeledón, San Isidro, Tilarán, Turrialba y Coto Brus. De ellos, únicamente San Isidro se ubica dentro de la Gran Área Metropolitana (GAM).
“Sabemos que contar con un sistema es lo ideal, pero no es sencillo. Se debe pensar en el sitio, en los permisos y tener los recursos. Lo otro es que los gobiernos locales se han enfocado tradicionalmente en que recojamos y enterremos, ese ha sido el paradigma que hemos manejado como país durante años”, manifestó Lobo.
Uno de los ejemplos más consolidados es el de Pérez Zeledón, donde se procesan hasta 375 toneladas de residuos orgánicos por mes, en parte gracias al apoyo financiero de la cooperación internacional.
La mayoría de los sistemas centralizados existentes han sido posibles precisamente gracias a estos fondos externos, lo que evidencia una debilidad estructural para el financiamiento local.
Compostaje in situ como alternativa
A pesar del limitado avance en sistemas centralizados, Lobo destacó como un progreso que 40 cantones —el 45% del total— han implementado sistemas de compostaje in situ, ubicados en hogares, instituciones o comercios. Este modelo tiene una fuerte presencia en la provincia de Heredia, donde nueve de sus diez cantones cuentan con prácticas activas de compostaje doméstico.
En San José hay 11 cantones con iniciativas similares, mientras que en Cartago son ocho, en Alajuela y Puntarenas cuatro, en Limón tres y en Guanacaste dos.
Estos esfuerzos, aunque aún insuficientes frente al volumen total de residuos orgánicos que se generan, contribuyen a aliviar la presión sobre los rellenos sanitarios, que enfrentan serias limitaciones. Uno de los casos más urgentes es el del Parque de Tecnología Ambiental Uruka, ubicado en La Carpio, que está próximo a agotar su vida útil y recibe buena parte de los residuos generados en la GAM.
Un problema estructural en expansión
Durante su intervención, Olga Segura, coordinadora del área de Planificación de Gestión Integral de Residuos y Economía Circular del Ministerio de Salud, recalcó que el país enfrenta desafíos crecientes debido al aumento de la población y de las actividades económicas, que incrementan la cantidad y variedad de residuos generados. Esta situación choca con una infraestructura pública deficiente en materia de recolección, transporte y disposición final de residuos.
Segura también subrayó el impacto ambiental de una gestión deficiente: afectación a mantos acuíferos, pérdida de calidad del suelo y deterioro de la biodiversidad. Frente a ello, apeló a la responsabilidad individual y colectiva.
“Cada ciudadano tiene el reto de actuar con responsabilidad, separar adecuadamente sus residuos y reducir el consumo innecesario. A veces nos ocurre que tenemos comportamientos ambientales en nuestras casas diferentes a los de las oficinas donde trabajamos o lugares de estudio o viceversa. ¡Nos transformamos! Y es entonces cuando debemos hacer un esfuerzo colectivo e individual para ser parejos en nuestros hábitos”, expresó.
Según datos compartidos por la funcionaria, entre el 50% y el 60% de los residuos ordinarios generados en los hogares costarricenses son de origen orgánico, lo que refuerza la necesidad de avanzar hacia sistemas eficientes de compostaje. Este llamado incluye a las empresas, que deben diseñar procesos más limpios, reducir su impacto y adoptar modelos de economía circular.
A pesar de que desde 2016 el país cuenta con una estrategia nacional para la separación de residuos, su implementación aún no es homogénea.
“Algunas municipalidades lo promueven y otras no”, señaló Segura, quien abogó por una mayor articulación entre la academia, el sector público y el privado para superar los obstáculos existentes.
El caso de la construcción: un generador silencioso de residuos
En la misma actividad, Lilliana Abarca, académica del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), y Olman Mora, representante de la contraloría ambiental del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), analizaron la situación particular del sector construcción.
Abarca explicó que en este ámbito se generan residuos equivalentes al 40%-50% de los materiales utilizados, además de aguas residuales, emisiones de ruido y otros impactos que comprometen la salud pública y el ambiente.
Para medir este problema, se utiliza un índice de generación de residuos por metro cuadrado construido.
En edificaciones de 100 metros cuadrados, por ejemplo, se estiman hasta 168 kilogramos de residuos por cada metro cuadrado, lo que representa un impacto considerable.
Este enfoque permite visualizar la necesidad de aplicar estrategias específicas para reducir el desperdicio y mejorar la eficiencia en uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional, pero también uno de los más contaminantes.
Un reto país
El director del Idespo, Norman Solórzano, enfatizó la trascendencia de abrir espacios de discusión como esta mesa redonda, en un momento en el que el país se enfrenta a múltiples desafíos ambientales.
“Hoy por hoy, hablar de estos temas representa un deber. Atravesamos una situación país que nos convoca hacia una serie de desafíos a los cuales cada uno de nosotros debe contribuir en su solución”, manifestó.
Este evento se realizó en el marco de la celebración del 50 aniversario del Idespo, institución que a lo largo del año promoverá distintas actividades para visibilizar los aportes de sus programas académicos y de investigación a los grandes temas nacionales.
Propuestas para avanzar
Entre las recomendaciones planteadas en el foro para enfrentar la crisis en la gestión de residuos sólidos, se destacan:
Ampliar las posibilidades de financiamiento para proyectos municipales.
Actualizar el marco normativo para facilitar la implementación de tecnologías limpias.
Invertir en programas de capacitación técnica y sensibilización ciudadana.
Promover la colaboración intersectorial entre instituciones, empresas, universidades y sociedad civil.
Desarrollar nuevas infraestructuras que permitan cerrar progresivamente los vertederos que ya no cumplen con los estándares ambientales.
La situación descrita deja en evidencia que, pese a algunos avances importantes, Costa Rica todavía enfrenta una brecha significativa entre el discurso ambiental y la capacidad operativa para gestionar sus residuos. La transición hacia un modelo más sostenible no solo es posible, sino necesaria y urgente.
San José, 9 Jun (Elpaís.cr).- Solo 12 de los 84 gobiernos locales de Costa Rica tienen en funcionamiento sistemas centralizados de compostaje con infraestructura, personal capacitado y logística adecuada para el tratamiento de residuos orgánicos. Así lo dio a conocer Susy Lobo, encargada del área de Gestión Integral de Residuos Sólidos de la Asociación Centroamericana
San José, 9 Jun (Elpaís.cr).- Solo 12 de los 84 gobiernos locales de Costa Rica tienen en funcionamiento sistemas centralizados de compostaje con infraestructura, personal capacitado y logística adecuada para el tratamiento de residuos orgánicos.
Así lo dio a conocer Susy Lobo, encargada del área de Gestión Integral de Residuos Sólidos de la Asociación Centroamericana para la Economía, Salud y el Ambiente (ACEPSA), durante la mesa redonda Retos de la gestión integral de residuos sólidos en Costa Rica, organizada por el programa Horizontes Ambientales del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional.
Según explicó Lobo, un sistema centralizado implica disponer de un terreno acondicionado para recibir residuos, con cronogramas establecidos de recolección y un equipo técnico que procese el material orgánico, el cual puede convertirse en fertilizante natural para uso agrícola o doméstico.
Sin embargo, esta modalidad solo opera en los cantones de Alvarado, Grecia, Jiménez, Monteverde, Naranjo, Palmares, Pérez Zeledón, San Isidro, Tilarán, Turrialba y Coto Brus. De ellos, únicamente San Isidro se ubica dentro de la Gran Área Metropolitana (GAM).
“Sabemos que contar con un sistema es lo ideal, pero no es sencillo. Se debe pensar en el sitio, en los permisos y tener los recursos. Lo otro es que los gobiernos locales se han enfocado tradicionalmente en que recojamos y enterremos, ese ha sido el paradigma que hemos manejado como país durante años”, manifestó Lobo.
Uno de los ejemplos más consolidados es el de Pérez Zeledón, donde se procesan hasta 375 toneladas de residuos orgánicos por mes, en parte gracias al apoyo financiero de la cooperación internacional.
La mayoría de los sistemas centralizados existentes han sido posibles precisamente gracias a estos fondos externos, lo que evidencia una debilidad estructural para el financiamiento local.
Compostaje in situ como alternativa
A pesar del limitado avance en sistemas centralizados, Lobo destacó como un progreso que 40 cantones —el 45% del total— han implementado sistemas de compostaje in situ, ubicados en hogares, instituciones o comercios. Este modelo tiene una fuerte presencia en la provincia de Heredia, donde nueve de sus diez cantones cuentan con prácticas activas de compostaje doméstico.
En San José hay 11 cantones con iniciativas similares, mientras que en Cartago son ocho, en Alajuela y Puntarenas cuatro, en Limón tres y en Guanacaste dos.
Estos esfuerzos, aunque aún insuficientes frente al volumen total de residuos orgánicos que se generan, contribuyen a aliviar la presión sobre los rellenos sanitarios, que enfrentan serias limitaciones. Uno de los casos más urgentes es el del Parque de Tecnología Ambiental Uruka, ubicado en La Carpio, que está próximo a agotar su vida útil y recibe buena parte de los residuos generados en la GAM.
Un problema estructural en expansión
Durante su intervención, Olga Segura, coordinadora del área de Planificación de Gestión Integral de Residuos y Economía Circular del Ministerio de Salud, recalcó que el país enfrenta desafíos crecientes debido al aumento de la población y de las actividades económicas, que incrementan la cantidad y variedad de residuos generados. Esta situación choca con una infraestructura pública deficiente en materia de recolección, transporte y disposición final de residuos.
Segura también subrayó el impacto ambiental de una gestión deficiente: afectación a mantos acuíferos, pérdida de calidad del suelo y deterioro de la biodiversidad. Frente a ello, apeló a la responsabilidad individual y colectiva.
“Cada ciudadano tiene el reto de actuar con responsabilidad, separar adecuadamente sus residuos y reducir el consumo innecesario. A veces nos ocurre que tenemos comportamientos ambientales en nuestras casas diferentes a los de las oficinas donde trabajamos o lugares de estudio o viceversa. ¡Nos transformamos! Y es entonces cuando debemos hacer un esfuerzo colectivo e individual para ser parejos en nuestros hábitos”, expresó.
Según datos compartidos por la funcionaria, entre el 50% y el 60% de los residuos ordinarios generados en los hogares costarricenses son de origen orgánico, lo que refuerza la necesidad de avanzar hacia sistemas eficientes de compostaje. Este llamado incluye a las empresas, que deben diseñar procesos más limpios, reducir su impacto y adoptar modelos de economía circular.
A pesar de que desde 2016 el país cuenta con una estrategia nacional para la separación de residuos, su implementación aún no es homogénea.
“Algunas municipalidades lo promueven y otras no”, señaló Segura, quien abogó por una mayor articulación entre la academia, el sector público y el privado para superar los obstáculos existentes.
El caso de la construcción: un generador silencioso de residuos
En la misma actividad, Lilliana Abarca, académica del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), y Olman Mora, representante de la contraloría ambiental del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), analizaron la situación particular del sector construcción.
Abarca explicó que en este ámbito se generan residuos equivalentes al 40%-50% de los materiales utilizados, además de aguas residuales, emisiones de ruido y otros impactos que comprometen la salud pública y el ambiente.
Para medir este problema, se utiliza un índice de generación de residuos por metro cuadrado construido.
En edificaciones de 100 metros cuadrados, por ejemplo, se estiman hasta 168 kilogramos de residuos por cada metro cuadrado, lo que representa un impacto considerable.
Este enfoque permite visualizar la necesidad de aplicar estrategias específicas para reducir el desperdicio y mejorar la eficiencia en uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional, pero también uno de los más contaminantes.
Un reto país
El director del Idespo, Norman Solórzano, enfatizó la trascendencia de abrir espacios de discusión como esta mesa redonda, en un momento en el que el país se enfrenta a múltiples desafíos ambientales.
“Hoy por hoy, hablar de estos temas representa un deber. Atravesamos una situación país que nos convoca hacia una serie de desafíos a los cuales cada uno de nosotros debe contribuir en su solución”, manifestó.
Este evento se realizó en el marco de la celebración del 50 aniversario del Idespo, institución que a lo largo del año promoverá distintas actividades para visibilizar los aportes de sus programas académicos y de investigación a los grandes temas nacionales.
Propuestas para avanzar
Entre las recomendaciones planteadas en el foro para enfrentar la crisis en la gestión de residuos sólidos, se destacan:
Ampliar las posibilidades de financiamiento para proyectos municipales.
Actualizar el marco normativo para facilitar la implementación de tecnologías limpias.
Invertir en programas de capacitación técnica y sensibilización ciudadana.
Promover la colaboración intersectorial entre instituciones, empresas, universidades y sociedad civil.
Desarrollar nuevas infraestructuras que permitan cerrar progresivamente los vertederos que ya no cumplen con los estándares ambientales.
La situación descrita deja en evidencia que, pese a algunos avances importantes, Costa Rica todavía enfrenta una brecha significativa entre el discurso ambiental y la capacidad operativa para gestionar sus residuos. La transición hacia un modelo más sostenible no solo es posible, sino necesaria y urgente.
Nacionales – Diario Digital Nuestro País