San José, 16 Jun (EP).- El cuerpo como simbología de la posesión, como razón de las libertades coartadas. Durante siglos, el tema corporal en las mujeres se ha visto más allá de su concepción anatómica, como punto de quiebre en las agendas políticas patriarcales y de dominación.
Hablar sobre los cuerpos con la libertad que se desea expresar, fue el punto central de la conferencia Cuerpo, poder y placer, impartido por la investigadora Ericka Silva de la Universidad de Valparaíso, en Chile e invitada por el Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional.
Con una visión crítica y aguda de la realidad latinoamericana, Silva hizo referencia a cómo el modelo patriarcal y neoliberal ha asentado el pensamiento de que los estándares de belleza determinan el éxito que una mujer puede y debe tener en todos los ámbitos de su vida. “La belleza tiene que ver con la justicia: si eres bella te va a ir mejor en todo sentido”, sentenció la académica.
Por ello, desde este espacio, el IEM procuró abrir un diálogo para repensar el cuerpo femenino más allá del control que establecen dichos paradigmas. “Debemos derribar posiciones que han sido tradicionalmente hegemónicas y pensar en la forma en que podemos apoyar desde la educación formas distintas en cómo concebimos nuestros propios cuerpos”, indicó Fannella Giusti, directora del IEM.
Educar es gobernar
La especialista enfatizó en la importancia de que el cambio cultural en estos temas debe darse en las aulas, pero no solo quedarse allí. Debe trascender en diálogos francos y abiertos, que abarquen aspectos de la sexualidad y sus diferentes acepciones: consentimiento, diversidad, autodescubrimiento, comunicación, placer, libertad y territorio, palabras que fueron mencionadas por las participantes de la conferencia.
No hablar de estos temas y restringir esas libertades ha estado vinculado con intereses económicos, políticos y sociales para definir un rol de la mujer en la sociedad, casi siempre marginado. “Es el cuerpo subyugado al poder. Es un modelo que se ha insertado y que busca hacernos sentir que tenemos una especie de ‘deuda de cuerpo’, para que dudemos de nosotras mismas. Por eso, el odio al cuerpo es el triunfo del sistema patriarcal”, manifestó Silva.
Pasar del mito al reconocimiento de las libertades de expresión, del sentir y de lograr una verdadera autonomía requiere de romper barreras que se han sostenido a lo largo de los años y que, en el contexto actual, requiere de una intervención profunda, si se toma en cuenta el avance demográfico de la sociedad hacia el envejecimiento.
“Todos los cuerpos transitan de un país a otro: cuando nos llega el ciclo menstrual, cuando somos madres, cuando llega esa etapa de envejecimiento. Y en todas estas etapas, ¿cuándo puedo decir que mi cuerpo se siente bien?”, reflexionó la académica.
Por ejemplo, el tema de la sexualidad es un “no tema” en las políticas públicas relacionadas con la atención de las personas adultas mayores, denunció Silva. Sin embargo, poco a poco, se dan dado muestras de apertura hacia enfoques sobre los cuales es necesario hablar y promover soluciones. Una de ellas, es la película costarricense Memorias de un cuerpo que arde, de la directora Antonella Sudasassi y que aborda las vidas de tres mujeres mayores, quienes, a través de sus recuerdos y vivencias, desafían los tabúes detrás de la femineidad y el disfrute de su sexualidad. La película, nominada a los premios Goya 2025 como mejor cinta iberoamericana, desnuda aquello de lo que no se habla, bajo los patrones socialmente infligidos.
La definición de políticas en esta materia es fundamental, si se considera que la expectativa para Costa Rica es que al 2050, una de cada cuatro personas serán adultos mayores (hoy la proporción es de uno de cada 10), de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
“Por eso no existe una vejez, sino vejeces. El desarrollo de una sexualidad plena, en cualquier etapa de nuestra vida es una garantía de salud mental. Amar puede ser preocuparse por los demás y con esto quiero decir que existen muchas formas de manifestar el placer y lo peor es cuando me autoexcluyo de este universo”, indicó Silva.
San José, 16 Jun (EP).- El cuerpo como simbología de la posesión, como razón de las libertades coartadas. Durante siglos, el tema corporal en las mujeres se ha visto más allá de su concepción anatómica, como punto de quiebre en las agendas políticas patriarcales y de dominación. Hablar sobre los cuerpos con la libertad que
San José, 16 Jun (EP).- El cuerpo como simbología de la posesión, como razón de las libertades coartadas. Durante siglos, el tema corporal en las mujeres se ha visto más allá de su concepción anatómica, como punto de quiebre en las agendas políticas patriarcales y de dominación.
Hablar sobre los cuerpos con la libertad que se desea expresar, fue el punto central de la conferencia Cuerpo, poder y placer, impartido por la investigadora Ericka Silva de la Universidad de Valparaíso, en Chile e invitada por el Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional.
Con una visión crítica y aguda de la realidad latinoamericana, Silva hizo referencia a cómo el modelo patriarcal y neoliberal ha asentado el pensamiento de que los estándares de belleza determinan el éxito que una mujer puede y debe tener en todos los ámbitos de su vida. “La belleza tiene que ver con la justicia: si eres bella te va a ir mejor en todo sentido”, sentenció la académica.
Por ello, desde este espacio, el IEM procuró abrir un diálogo para repensar el cuerpo femenino más allá del control que establecen dichos paradigmas. “Debemos derribar posiciones que han sido tradicionalmente hegemónicas y pensar en la forma en que podemos apoyar desde la educación formas distintas en cómo concebimos nuestros propios cuerpos”, indicó Fannella Giusti, directora del IEM.
Educar es gobernar
La especialista enfatizó en la importancia de que el cambio cultural en estos temas debe darse en las aulas, pero no solo quedarse allí. Debe trascender en diálogos francos y abiertos, que abarquen aspectos de la sexualidad y sus diferentes acepciones: consentimiento, diversidad, autodescubrimiento, comunicación, placer, libertad y territorio, palabras que fueron mencionadas por las participantes de la conferencia.
No hablar de estos temas y restringir esas libertades ha estado vinculado con intereses económicos, políticos y sociales para definir un rol de la mujer en la sociedad, casi siempre marginado. “Es el cuerpo subyugado al poder. Es un modelo que se ha insertado y que busca hacernos sentir que tenemos una especie de ‘deuda de cuerpo’, para que dudemos de nosotras mismas. Por eso, el odio al cuerpo es el triunfo del sistema patriarcal”, manifestó Silva.
Pasar del mito al reconocimiento de las libertades de expresión, del sentir y de lograr una verdadera autonomía requiere de romper barreras que se han sostenido a lo largo de los años y que, en el contexto actual, requiere de una intervención profunda, si se toma en cuenta el avance demográfico de la sociedad hacia el envejecimiento.
“Todos los cuerpos transitan de un país a otro: cuando nos llega el ciclo menstrual, cuando somos madres, cuando llega esa etapa de envejecimiento. Y en todas estas etapas, ¿cuándo puedo decir que mi cuerpo se siente bien?”, reflexionó la académica.
Por ejemplo, el tema de la sexualidad es un “no tema” en las políticas públicas relacionadas con la atención de las personas adultas mayores, denunció Silva. Sin embargo, poco a poco, se dan dado muestras de apertura hacia enfoques sobre los cuales es necesario hablar y promover soluciones. Una de ellas, es la película costarricense Memorias de un cuerpo que arde, de la directora Antonella Sudasassi y que aborda las vidas de tres mujeres mayores, quienes, a través de sus recuerdos y vivencias, desafían los tabúes detrás de la femineidad y el disfrute de su sexualidad. La película, nominada a los premios Goya 2025 como mejor cinta iberoamericana, desnuda aquello de lo que no se habla, bajo los patrones socialmente infligidos.
La definición de políticas en esta materia es fundamental, si se considera que la expectativa para Costa Rica es que al 2050, una de cada cuatro personas serán adultos mayores (hoy la proporción es de uno de cada 10), de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
“Por eso no existe una vejez, sino vejeces. El desarrollo de una sexualidad plena, en cualquier etapa de nuestra vida es una garantía de salud mental. Amar puede ser preocuparse por los demás y con esto quiero decir que existen muchas formas de manifestar el placer y lo peor es cuando me autoexcluyo de este universo”, indicó Silva.
Nacionales – Diario Digital Nuestro País