Columna Poliédrica
A lo largo de la historia de la humanidad, ciertos seres humanos han sometido a otros seres humanos. El sometimiento se ha dado por medio de diferentes mecanismos, pero los principales han sido: la fuerza, la ideología y la necesidad. Se trata de una situación que permanece hasta nuestros días, ya que hay personas que sienten placer cuando someten a otra persona a sus designios, es decir, se trata de una patología mental que perdura hasta nuestros días.
La misma historia nos cuenta que ha habido momentos en que esa patología se ha generalizado con base en la conducta de quienes tienen el poder en las diferentes sociedades. Se recuerda, por ejemplo, a Nerón y Calígula, Justino II del Imperio Bizantino, el Papa Juan XII, Carlos VI de Francia, a Vlad III de Valaquia, a Enrique VIII de Inglaterra, el Papa Alejandro VI, Iván el Terrible de Rusia, Eric XIV de Suecia, Carlos II de España, Jorge III de Reino Unido, Luis II de Baviera; en fin, ya más cerca de nuestra realidad, debemos recordar con atención lo acontecido en Europa en la primera mitad del siglo XX, especialmente, con la aparición de figuras como Benito Mussolini y Adolf Hitler.
Siempre nos asombramos del sometimiento de que fueron objeto miles de seres humanos y de los excesos que hubo con diferentes minorías en el siglo pasado. No obstante, pareciera, que no ha sido suficiente porque en la actualidad estamos siendo testigos de situaciones iguales o parecidas en diferentes países del planeta; asistimos incrédulos a acciones en tiempo real en que se matan personas sin ninguna justificación, se arresta gente por el simple hecho de ser inmigrante y vemos líderes políticos con acciones que, simplemente, rayan en la locura.
Y mientras todo esto ocurre, muchas personas viven en otro mundo. La indiferencia es el signo de nuestros tiempos, mientras no me ocurra a mi, los hechos a los que nos referimos son ignorados por aquellos que viven en una especie de mundo paralelo; en otras palabras, a pesar de la inmediatez del teléfono móvil, lo que allí aparece se observa como un hecho más en una realidad que no es conmigo, lo que le pasa al prójimo no es problema mío.
La división de la población es fomentada por aquellos que nos están llevando a una sociedad de locura. La entronización de este tipo de personas como líderes políticos responde a las deficiencias en el proceso educativo, la cual genera ciudadanos poco críticos que son víctimas de la demagogia de este tipo de personajes; es decir, la falta de capacidad crítica impide poder observar más allá del discurso retórico o como dicen ahora, no se puede analizar y ver lo que hay detrás de la narrativa que utilizan estos personajes en su discurso público y privado.
La locura llega a tal extremo que hay personas dispuestas a renunciar a sus más elementales derechos. No es nueva la apelación a la dicotomía entre libertad y seguridad en que se hace prevalecer la segunda sobre la primera, se plantea la restricción de las diferentes libertades con el propósito de garantizar la seguridad para las personas; para ello se lleva al extremo situaciones de seguridad personal y social, todo con el propósito de tener la justificación y la aprobación de la población para que el gobierno limite las libertades de las personas en general.
Hay que estar muy loco para estar de acuerdo en que se nos limite nuestros derechos. Los locos también están de moda y nos están llevando a la locura total, todo esto dicho con el perdón de las personas que están internadas en diferentes centros de salud mental, porque como dice la canción de Kinito Méndez: el loco soy yo.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Columna Poliédrica A lo largo de la historia de la humanidad, ciertos seres humanos han sometido a otros seres humanos. El sometimiento se ha dado por medio de diferentes mecanismos, pero los principales han sido: la fuerza, la ideología y la necesidad. Se trata de una situación que permanece hasta nuestros días, ya que hay
Columna Poliédrica
A lo largo de la historia de la humanidad, ciertos seres humanos han sometido a otros seres humanos. El sometimiento se ha dado por medio de diferentes mecanismos, pero los principales han sido: la fuerza, la ideología y la necesidad. Se trata de una situación que permanece hasta nuestros días, ya que hay personas que sienten placer cuando someten a otra persona a sus designios, es decir, se trata de una patología mental que perdura hasta nuestros días.
La misma historia nos cuenta que ha habido momentos en que esa patología se ha generalizado con base en la conducta de quienes tienen el poder en las diferentes sociedades. Se recuerda, por ejemplo, a Nerón y Calígula, Justino II del Imperio Bizantino, el Papa Juan XII, Carlos VI de Francia, a Vlad III de Valaquia, a Enrique VIII de Inglaterra, el Papa Alejandro VI, Iván el Terrible de Rusia, Eric XIV de Suecia, Carlos II de España, Jorge III de Reino Unido, Luis II de Baviera; en fin, ya más cerca de nuestra realidad, debemos recordar con atención lo acontecido en Europa en la primera mitad del siglo XX, especialmente, con la aparición de figuras como Benito Mussolini y Adolf Hitler.
Siempre nos asombramos del sometimiento de que fueron objeto miles de seres humanos y de los excesos que hubo con diferentes minorías en el siglo pasado. No obstante, pareciera, que no ha sido suficiente porque en la actualidad estamos siendo testigos de situaciones iguales o parecidas en diferentes países del planeta; asistimos incrédulos a acciones en tiempo real en que se matan personas sin ninguna justificación, se arresta gente por el simple hecho de ser inmigrante y vemos líderes políticos con acciones que, simplemente, rayan en la locura.
Y mientras todo esto ocurre, muchas personas viven en otro mundo. La indiferencia es el signo de nuestros tiempos, mientras no me ocurra a mi, los hechos a los que nos referimos son ignorados por aquellos que viven en una especie de mundo paralelo; en otras palabras, a pesar de la inmediatez del teléfono móvil, lo que allí aparece se observa como un hecho más en una realidad que no es conmigo, lo que le pasa al prójimo no es problema mío.
La división de la población es fomentada por aquellos que nos están llevando a una sociedad de locura. La entronización de este tipo de personas como líderes políticos responde a las deficiencias en el proceso educativo, la cual genera ciudadanos poco críticos que son víctimas de la demagogia de este tipo de personajes; es decir, la falta de capacidad crítica impide poder observar más allá del discurso retórico o como dicen ahora, no se puede analizar y ver lo que hay detrás de la narrativa que utilizan estos personajes en su discurso público y privado.
La locura llega a tal extremo que hay personas dispuestas a renunciar a sus más elementales derechos. No es nueva la apelación a la dicotomía entre libertad y seguridad en que se hace prevalecer la segunda sobre la primera, se plantea la restricción de las diferentes libertades con el propósito de garantizar la seguridad para las personas; para ello se lleva al extremo situaciones de seguridad personal y social, todo con el propósito de tener la justificación y la aprobación de la población para que el gobierno limite las libertades de las personas en general.
Hay que estar muy loco para estar de acuerdo en que se nos limite nuestros derechos. Los locos también están de moda y nos están llevando a la locura total, todo esto dicho con el perdón de las personas que están internadas en diferentes centros de salud mental, porque como dice la canción de Kinito Méndez: el loco soy yo.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Opinión – Diario Digital Nuestro País