Hace ya varios años, con la mentira inventada por el imperio de que Irak poseía armas de destrucción masiva, los Estados Unidos de Norteamérica, acompañado por sus súbditos de la Unión Europea, atacaron a ese país, causando una destrucción que acabó dejándolo en la ruina total, y además de haberse robado las reservas de oro iraquíes, entregaron la producción petrolera a empresas norteamericanas, y se apropiaron de tesoros arqueológicos de valor incalculable.
La infraestructura de Irak, incluyendo carreteras, puentes, suministro de electricidad, sistemas de agua y alcantarillado, fábricas, instalaciones de atención médica, centros administrativos y viviendas, sufrió graves daños. Hospitales y otros servicios esenciales se vieron abrumados, y la contaminación del agua se convirtió en un problema grave.
La guerra causó daños ambientales significativos, incluyendo la contaminación del agua con petróleo, desechos médicos y aguas residuales. Las tormentas de arena, agravadas por el cambio climático, son un problema persistente, y la guerra contribuyó a la pérdida de palmeras y la desertificación.
El conflicto resultó en el saqueo y destrucción de sitios históricos y museos. Se estima que muchos monumentos han sido destruidos, y las excavaciones ilegales continúan, afectando el patrimonio cultural.
La guerra provocó la muerte y lesiones de miles de civiles. Además, el conflicto generó un desplazamiento interno masivo y creó una crisis humanitaria. La insurgencia y los grupos armados continuaron representando una amenaza para la población civil.
Han transcurridos muchos años desde este desastre causado por el imperio y casi nadie se acuerda ahora de los desastres originados por esta guerra absurda, y de las atrocidades causadas por el ejército norteamericano, condenados como delitos de lesa humanidad.
Ahora el imperio, utilizando su sanguijuela ubicada en el cercano oriente, aunque diga lo contrario, atacó a Irán bajo la sospecha de que están enriqueciendo uranio para fabricar bombas atómicas, cosa que sus propios sistemas de espionaje han negado. Pero en esta oportunidad la situación no es la misma que la de Irak, ya que la respuesta iraní resultó en una sorpresa bastante desagradable para Israel, y su gobierno sionista y genocida, pues ante el delito de agresión israelí (no existe en el derecho internacional la guerra preventiva) han tenido que padecer el bombardeo que jamás imaginaron les sucedería.
Todo parece hecho siguiendo el manual del imperio: atacar Israel a los débiles que no se pueden defender o responder con fuerza (Siria, Gaza, Líbano), como lo han hecho los EEUU durante siglos y especialmente en América Latina, pues cuando se aventuraron a enemigos un poco más fuertes siempre terminaron perdiendo, a pesar de que según ellos poseen el ejército más fuerte del planeta.
Pero esta vez Irán no está solo. Rusia, China y Corea del Norte han declarado abiertamente su apoyo a Irán ante la agresión injustificada de Israel, poniendo una barrera de temor y contención al belicismo norteamericano. Porque el sionismo genocida no merece el más mínimo respeto, dado el criminal comportamiento desarrollado en Gaza, contra los palestinos allí asentados, especialmente contra los civiles y particularmente mujeres y niños, y la destrucción de toda la infraestructura urbana existente.
Es la misma historia del manual, antes utilizada en Ucrania contra Rusia, porque no se puede ocultar que el ataque ruso estuvo provocado por años de violencia contra los ciudadanos ucranianos rusoparlantes, pensando que así lograrían debilitarla. Y acompañados como siempre de sus súbditos europeos (recordemos a Libia y Yugoslavia), y como siempre también es otra guerra que están perdiendo.
Mientras tanto, esparcen por todo el mundo la amenaza de una guerra nuclear, que no sería más ni menos que la destrucción que llevaría a toda la humanidad a la extinción casi total, como instrumento psicológico para sembrar el temor ya que ahora nadie les teme, como antes, cuando amenazaban con su fuerza militar.
Como vemos la historia se repite como en una espiral, pero esta vez todo parece indicar que el resultado será diferente. Ya habíamos advertido: que los imperios, cuando son conscientes de su decadencia, se vuelven peligrosamente agresivos.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Hace ya varios años, con la mentira inventada por el imperio de que Irak poseía armas de destrucción masiva, los Estados Unidos de Norteamérica, acompañado por sus súbditos de la Unión Europea, atacaron a ese país, causando una destrucción que acabó dejándolo en la ruina total, y además de haberse robado las reservas de oro
Hace ya varios años, con la mentira inventada por el imperio de que Irak poseía armas de destrucción masiva, los Estados Unidos de Norteamérica, acompañado por sus súbditos de la Unión Europea, atacaron a ese país, causando una destrucción que acabó dejándolo en la ruina total, y además de haberse robado las reservas de oro iraquíes, entregaron la producción petrolera a empresas norteamericanas, y se apropiaron de tesoros arqueológicos de valor incalculable.
La infraestructura de Irak, incluyendo carreteras, puentes, suministro de electricidad, sistemas de agua y alcantarillado, fábricas, instalaciones de atención médica, centros administrativos y viviendas, sufrió graves daños. Hospitales y otros servicios esenciales se vieron abrumados, y la contaminación del agua se convirtió en un problema grave.
La guerra causó daños ambientales significativos, incluyendo la contaminación del agua con petróleo, desechos médicos y aguas residuales. Las tormentas de arena, agravadas por el cambio climático, son un problema persistente, y la guerra contribuyó a la pérdida de palmeras y la desertificación.
El conflicto resultó en el saqueo y destrucción de sitios históricos y museos. Se estima que muchos monumentos han sido destruidos, y las excavaciones ilegales continúan, afectando el patrimonio cultural.
La guerra provocó la muerte y lesiones de miles de civiles. Además, el conflicto generó un desplazamiento interno masivo y creó una crisis humanitaria. La insurgencia y los grupos armados continuaron representando una amenaza para la población civil.
Han transcurridos muchos años desde este desastre causado por el imperio y casi nadie se acuerda ahora de los desastres originados por esta guerra absurda, y de las atrocidades causadas por el ejército norteamericano, condenados como delitos de lesa humanidad.
Ahora el imperio, utilizando su sanguijuela ubicada en el cercano oriente, aunque diga lo contrario, atacó a Irán bajo la sospecha de que están enriqueciendo uranio para fabricar bombas atómicas, cosa que sus propios sistemas de espionaje han negado. Pero en esta oportunidad la situación no es la misma que la de Irak, ya que la respuesta iraní resultó en una sorpresa bastante desagradable para Israel, y su gobierno sionista y genocida, pues ante el delito de agresión israelí (no existe en el derecho internacional la guerra preventiva) han tenido que padecer el bombardeo que jamás imaginaron les sucedería.
Todo parece hecho siguiendo el manual del imperio: atacar Israel a los débiles que no se pueden defender o responder con fuerza (Siria, Gaza, Líbano), como lo han hecho los EEUU durante siglos y especialmente en América Latina, pues cuando se aventuraron a enemigos un poco más fuertes siempre terminaron perdiendo, a pesar de que según ellos poseen el ejército más fuerte del planeta.
Pero esta vez Irán no está solo. Rusia, China y Corea del Norte han declarado abiertamente su apoyo a Irán ante la agresión injustificada de Israel, poniendo una barrera de temor y contención al belicismo norteamericano. Porque el sionismo genocida no merece el más mínimo respeto, dado el criminal comportamiento desarrollado en Gaza, contra los palestinos allí asentados, especialmente contra los civiles y particularmente mujeres y niños, y la destrucción de toda la infraestructura urbana existente.
Es la misma historia del manual, antes utilizada en Ucrania contra Rusia, porque no se puede ocultar que el ataque ruso estuvo provocado por años de violencia contra los ciudadanos ucranianos rusoparlantes, pensando que así lograrían debilitarla. Y acompañados como siempre de sus súbditos europeos (recordemos a Libia y Yugoslavia), y como siempre también es otra guerra que están perdiendo.
Mientras tanto, esparcen por todo el mundo la amenaza de una guerra nuclear, que no sería más ni menos que la destrucción que llevaría a toda la humanidad a la extinción casi total, como instrumento psicológico para sembrar el temor ya que ahora nadie les teme, como antes, cuando amenazaban con su fuerza militar.
Como vemos la historia se repite como en una espiral, pero esta vez todo parece indicar que el resultado será diferente. Ya habíamos advertido: que los imperios, cuando son conscientes de su decadencia, se vuelven peligrosamente agresivos.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
Opinión – Diario Digital Nuestro País