Ciudad de México, 14 mar (Sputnik).- El reciente hallazgo de hornos crematorios clandestinos en el centro de México muestran que el crimen organizado aplica métodos contrainsurgentes aprendidos de militares desertores, entrenados por asesores de EEUU, dijo a la Agencia Sputnik el activista Michael W. Chamberlin, defensor de víctimas de derechos humanos desde los años 1990.
«Hay una coincidencia en el tiempo de la violencia extrema del crimen organizado, que se remonta a las deserciones de militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército, (GAFE, creado en 2004), entrenado en métodos de contrainsurgencia por asesores de EEUU, que crean un brazo armado del Cártel del Golfo, que fueron Los Zetas», explica el experto.
Chamberlain, presidente de Consultora Solidaria y exmiembro del Centro de Política Internacional, con sede en Washington, recuerda que el grupo de desertores operaban en el norte del país y la franja costera del Golfo de México: Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas, Durango y Coahuila.
«La manera brutal de operar de estos grupos muestra métodos de guerra sicológica de la escuela contrainsurgente estadounidense, que en el caso mexicano aplican fuerzas especiales entrenadas por el VII grupo de Fuerzas Especiales de los Boinas Verdes, que siguen entrenando en América Latina y México», prosigue el investigador.
El defensor de víctimas de abusos de autoridades civiles y militares durante tres décadas, que integró el consejo consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH, ombudsman), afirma que «las operaciones de guerra irregular aplicadas por la delincuencia han traído una estela de violencia, sufrimiento y muerte en México desde hace décadas».
La organización de madres y familiares de desaparecidos Guerreros Buscadores de Jalisco encontró el viernes pasado en el municipio de Teuchitlán (centro) cientos de zapatos, huesos calcinados y triturados, mochilas, carteras, bolsas y maletas en un predio donde criminales presuntamente entrenaban sicarios y asesinaban a quienes consideraban inservibles para delinquir.
En ese presunto centro de entrenamiento clandestino, los secuestrados eran obligados a pelear entre ellos hasta la muerte, y finalmente eran asesinados quienes no cumplían órdenes, según testimonios recogidos por la organización ciudadana.
Esos sobrevivientes dieron el primer aviso para que las «madres buscadoras» de desaparecidos indaguen más en ese lugar, que fue cateado por la fiscalía de Jalisco en septiembre del año pasado, cuando cesaron las pesquisas.
Expansión de violencia extrema
Los Zetas fueron los primeros narcotraficantes en aplicar desde 2009 el reclutamiento y crímenes brutales contra migrantes, reclutados de manera forzada y asesinados en el norteño estado de Coahuila.
«A los migrantes los bajaban de autobuses y del tren ‘La Bestia’, los convirtieron en sicarios en un entrenamiento mediante brutales ‘prácticas de desensibilización’, para tener capacidad de torturar y matar al enemigo sin remordimientos de conciencia», explica Chamberlain.
Algunos reclutados por la fuerza «fueron obligados a matar a civiles con sus manos y a veces comer su propia carne, según testimonios publicados desde entonces», reseña.
Después de enfrentamientos con agentes federales y militares, Los Zetas se incorporaron a otros cárteles narcotraficantes a partir del año 2012, prosigue el recuento.
«Es interesante observar la aplicación de tácticas paramilitares en la conquista de territorios, y la cooptación de autoridades locales», indica Chamberlain.
Deserciones militares
El origen de ese grupo cuyos métodos se expandieron está en la deserción de miles de militares, prosigue el entrevistado.
Cita por ejemplo información obtenida de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, por medio de Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información (Solicitud 700011913), según la cual «55.129 militares efectivos desertaron entre 2006-2012, durante el sexenio del presidente Felipe Calderón», la mayoría efectivos del Ejército.
Estas defecciones son la mitad a la registrada en la administración de Vicente Fox (2001-2006), «cuando la cifra de deserciones llegó a 107.158 efectivos», de un total de 150.000 efectivos castrenses.
«No existe información verificable de cuántas de estas deserciones son Fuerzas Especiales, ni cuántas terminaron en las filas de los cárteles del crimen organizado», explica el investigador.
Chamberlain recomienda la creación de una comisión nacional de esclarecimiento de esas deserciones en la proliferación de los crímenes y la sevicia aplicada en los asesinatos masivos.
«El uso de militares en el combate al narcotráfico no ha podido terminar con las bandas criminales, y en las últimas tres administraciones presidenciales (desde 2006 a 2024), la violencia ha dejado casi medio millón de asesinatos y más de 300.000 desaparecidos», dice el experto citando estadísticas oficiales.
Para ilustrar la expansión del crimen organizado, Chamberlain cita al jefe del Comando Norte de EEUU, el general Glen Van Herk, quien afirma que entre 30 y 35 por ciento del territorio mexicano está bajo control del crimen organizado.
Esta es una afirmación que el Gobierno de México rechaza de forma tajante.
Métodos contrainsurgentes
«Hay una transferencia de estrategias contrainsurgentes hacia la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico que los mismos documentos de EEUU explican cómo se despliega en otros contextos», prosigue el entrevistado.
El defensor menciona que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) -a la que presuntamente pertenece el campo de entrenamiento de sicarios y exterminio de personas recién hallado-, segunda organización criminal más poderosa después del Cártel de Sinaloa, es la que más se ha «militarizado» en su estructura.
«Ese cártel ha crecido en la aplicación de una lógica militar notable, con el uso uniformes verde olivo de fatiga, equipos tácticos y blindados artesanales, y métodos de reclutamiento utilizados por los Kaibiles que eran tropas especiales de Guatemala (también entrenados por asesores de EEUU)», afirma.
Los asesores que han venido durante décadas al país norteamericano pertenecen al mencionado Grupo VII grupo de Fuerzas Especiales de Boinas Verdes que también han entrenado a ejércitos de Centroamérica, Brasil y Colombia, y siguen llegando.
«Las atrocidades que ahora vemos en México, son comparables con las estrategias contrainsurgentes que se cometieron en los conflictos contrainsurgentes y ahora se expande en este país en la lucha contra el narcotráfico», sostiene Chamberlain.
Menciona además que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se trata de «una práctica deliberada de atacar a población civil con una lógica militar».
Como consecuencia, el país norteamericano padece olas de desplazamiento forzados por la violencia delincuencial, ejecuciones extrajudiciales con métodos de terror psicológico, como decapitaciones, cuerpos desmembrados, cadáveres colgados en puentes, masacres, y desaparecidos.
«Estamos empezando a ver que el destino de los miles de desaparecidos es resultado de la ausencia de información sobre asesinatos, asociados al reclutamiento de jóvenes de la población civil, usados para este tipo de formación paramilitar de confrontar enemigos y controlar territorios», puntualiza.
Finalmente, señala que en la administración anterior (2018-2024) hubo un «crecimiento exponencial» en el presupuesto y el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles, encargadas de la seguridad pública.
«A los militares les abrieron la puerta en seguridad pública desde el Gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), con la creación del Sistema Nacional de Seguridad Pública», explica.
Las Fuerzas Armadas fueron usadas en forma extensiva en estrategias de seguridad y contención del narcotráfico, desde la llamada «declaración de guerra antidrogas» de Felipe Calderón (2006-2012).
«Ahora, los militares siguen en las calles, y controlan una gran cantidad de actividades civiles, administran aeropuertos, hoteles de turismo, y cuentan con poder económico y político creciente», además de ejecutar campañas de vacunación y reparto de programas sociales, detalla.
El rol de los militares en la vida pública mexicana es creciente y el asesoramiento estadounidense continúa.
El 11 de febrero pasado, el pleno del Senado autorizó a la presidenta Sheinbaum el ingreso a territorio mexicano de 10 integrantes del Ejército de EEUU, para el adiestramiento denominado «Fortalecer la capacidad de las fuerzas de operaciones especiales de la Marina».
Ante el hallazgo de los hornos crematorios del crimen organizado, la Conferencia del Episcopado Mexicano llamó a «romper definitivamente con las alianzas que pudieran existir entre el crimen organizado y algunos ambientes políticos para liberar a México de esta decadencia moral».
A su vez, el rol de las fuerzas especiales estadounidense llegó a la diplomacia: Ron Johnson, nuevo embajador de EEUU nombrado por Donald Trump en México, es un Boina Verde retirado y veterano oficial de la Agencia Central de Inteligencia, con más de veinte años de experiencia al frente de operaciones paramilitares de alto riesgo, y que también encabezó la embajada en El Salvador. (Sputnik)
Ciudad de México, 14 mar (Sputnik).- El reciente hallazgo de hornos crematorios clandestinos en el centro de México muestran que el crimen organizado aplica métodos contrainsurgentes aprendidos de militares desertores, entrenados por asesores de EEUU, dijo a la Agencia Sputnik el activista Michael W. Chamberlin, defensor de víctimas de derechos humanos desde los años 1990.
Ciudad de México, 14 mar (Sputnik).- El reciente hallazgo de hornos crematorios clandestinos en el centro de México muestran que el crimen organizado aplica métodos contrainsurgentes aprendidos de militares desertores, entrenados por asesores de EEUU, dijo a la Agencia Sputnik el activista Michael W. Chamberlin, defensor de víctimas de derechos humanos desde los años 1990.
«Hay una coincidencia en el tiempo de la violencia extrema del crimen organizado, que se remonta a las deserciones de militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército, (GAFE, creado en 2004), entrenado en métodos de contrainsurgencia por asesores de EEUU, que crean un brazo armado del Cártel del Golfo, que fueron Los Zetas», explica el experto.
Chamberlain, presidente de Consultora Solidaria y exmiembro del Centro de Política Internacional, con sede en Washington, recuerda que el grupo de desertores operaban en el norte del país y la franja costera del Golfo de México: Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas, Durango y Coahuila.
«La manera brutal de operar de estos grupos muestra métodos de guerra sicológica de la escuela contrainsurgente estadounidense, que en el caso mexicano aplican fuerzas especiales entrenadas por el VII grupo de Fuerzas Especiales de los Boinas Verdes, que siguen entrenando en América Latina y México», prosigue el investigador.
El defensor de víctimas de abusos de autoridades civiles y militares durante tres décadas, que integró el consejo consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH, ombudsman), afirma que «las operaciones de guerra irregular aplicadas por la delincuencia han traído una estela de violencia, sufrimiento y muerte en México desde hace décadas».
La organización de madres y familiares de desaparecidos Guerreros Buscadores de Jalisco encontró el viernes pasado en el municipio de Teuchitlán (centro) cientos de zapatos, huesos calcinados y triturados, mochilas, carteras, bolsas y maletas en un predio donde criminales presuntamente entrenaban sicarios y asesinaban a quienes consideraban inservibles para delinquir.
En ese presunto centro de entrenamiento clandestino, los secuestrados eran obligados a pelear entre ellos hasta la muerte, y finalmente eran asesinados quienes no cumplían órdenes, según testimonios recogidos por la organización ciudadana.
Esos sobrevivientes dieron el primer aviso para que las «madres buscadoras» de desaparecidos indaguen más en ese lugar, que fue cateado por la fiscalía de Jalisco en septiembre del año pasado, cuando cesaron las pesquisas.
Expansión de violencia extrema
Los Zetas fueron los primeros narcotraficantes en aplicar desde 2009 el reclutamiento y crímenes brutales contra migrantes, reclutados de manera forzada y asesinados en el norteño estado de Coahuila.
«A los migrantes los bajaban de autobuses y del tren ‘La Bestia’, los convirtieron en sicarios en un entrenamiento mediante brutales ‘prácticas de desensibilización’, para tener capacidad de torturar y matar al enemigo sin remordimientos de conciencia», explica Chamberlain.
Algunos reclutados por la fuerza «fueron obligados a matar a civiles con sus manos y a veces comer su propia carne, según testimonios publicados desde entonces», reseña.
Después de enfrentamientos con agentes federales y militares, Los Zetas se incorporaron a otros cárteles narcotraficantes a partir del año 2012, prosigue el recuento.
«Es interesante observar la aplicación de tácticas paramilitares en la conquista de territorios, y la cooptación de autoridades locales», indica Chamberlain.
Deserciones militares
El origen de ese grupo cuyos métodos se expandieron está en la deserción de miles de militares, prosigue el entrevistado.
Cita por ejemplo información obtenida de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, por medio de Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información (Solicitud 700011913), según la cual «55.129 militares efectivos desertaron entre 2006-2012, durante el sexenio del presidente Felipe Calderón», la mayoría efectivos del Ejército.
Estas defecciones son la mitad a la registrada en la administración de Vicente Fox (2001-2006), «cuando la cifra de deserciones llegó a 107.158 efectivos», de un total de 150.000 efectivos castrenses.
«No existe información verificable de cuántas de estas deserciones son Fuerzas Especiales, ni cuántas terminaron en las filas de los cárteles del crimen organizado», explica el investigador.
Chamberlain recomienda la creación de una comisión nacional de esclarecimiento de esas deserciones en la proliferación de los crímenes y la sevicia aplicada en los asesinatos masivos.
«El uso de militares en el combate al narcotráfico no ha podido terminar con las bandas criminales, y en las últimas tres administraciones presidenciales (desde 2006 a 2024), la violencia ha dejado casi medio millón de asesinatos y más de 300.000 desaparecidos», dice el experto citando estadísticas oficiales.
Para ilustrar la expansión del crimen organizado, Chamberlain cita al jefe del Comando Norte de EEUU, el general Glen Van Herk, quien afirma que entre 30 y 35 por ciento del territorio mexicano está bajo control del crimen organizado.
Esta es una afirmación que el Gobierno de México rechaza de forma tajante.
Métodos contrainsurgentes
«Hay una transferencia de estrategias contrainsurgentes hacia la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico que los mismos documentos de EEUU explican cómo se despliega en otros contextos», prosigue el entrevistado.
El defensor menciona que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) -a la que presuntamente pertenece el campo de entrenamiento de sicarios y exterminio de personas recién hallado-, segunda organización criminal más poderosa después del Cártel de Sinaloa, es la que más se ha «militarizado» en su estructura.
«Ese cártel ha crecido en la aplicación de una lógica militar notable, con el uso uniformes verde olivo de fatiga, equipos tácticos y blindados artesanales, y métodos de reclutamiento utilizados por los Kaibiles que eran tropas especiales de Guatemala (también entrenados por asesores de EEUU)», afirma.
Los asesores que han venido durante décadas al país norteamericano pertenecen al mencionado Grupo VII grupo de Fuerzas Especiales de Boinas Verdes que también han entrenado a ejércitos de Centroamérica, Brasil y Colombia, y siguen llegando.
«Las atrocidades que ahora vemos en México, son comparables con las estrategias contrainsurgentes que se cometieron en los conflictos contrainsurgentes y ahora se expande en este país en la lucha contra el narcotráfico», sostiene Chamberlain.
Menciona además que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se trata de «una práctica deliberada de atacar a población civil con una lógica militar».
Como consecuencia, el país norteamericano padece olas de desplazamiento forzados por la violencia delincuencial, ejecuciones extrajudiciales con métodos de terror psicológico, como decapitaciones, cuerpos desmembrados, cadáveres colgados en puentes, masacres, y desaparecidos.
«Estamos empezando a ver que el destino de los miles de desaparecidos es resultado de la ausencia de información sobre asesinatos, asociados al reclutamiento de jóvenes de la población civil, usados para este tipo de formación paramilitar de confrontar enemigos y controlar territorios», puntualiza.
Finalmente, señala que en la administración anterior (2018-2024) hubo un «crecimiento exponencial» en el presupuesto y el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles, encargadas de la seguridad pública.
«A los militares les abrieron la puerta en seguridad pública desde el Gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), con la creación del Sistema Nacional de Seguridad Pública», explica.
Las Fuerzas Armadas fueron usadas en forma extensiva en estrategias de seguridad y contención del narcotráfico, desde la llamada «declaración de guerra antidrogas» de Felipe Calderón (2006-2012).
«Ahora, los militares siguen en las calles, y controlan una gran cantidad de actividades civiles, administran aeropuertos, hoteles de turismo, y cuentan con poder económico y político creciente», además de ejecutar campañas de vacunación y reparto de programas sociales, detalla.
El rol de los militares en la vida pública mexicana es creciente y el asesoramiento estadounidense continúa.
El 11 de febrero pasado, el pleno del Senado autorizó a la presidenta Sheinbaum el ingreso a territorio mexicano de 10 integrantes del Ejército de EEUU, para el adiestramiento denominado «Fortalecer la capacidad de las fuerzas de operaciones especiales de la Marina».
Ante el hallazgo de los hornos crematorios del crimen organizado, la Conferencia del Episcopado Mexicano llamó a «romper definitivamente con las alianzas que pudieran existir entre el crimen organizado y algunos ambientes políticos para liberar a México de esta decadencia moral».
A su vez, el rol de las fuerzas especiales estadounidense llegó a la diplomacia: Ron Johnson, nuevo embajador de EEUU nombrado por Donald Trump en México, es un Boina Verde retirado y veterano oficial de la Agencia Central de Inteligencia, con más de veinte años de experiencia al frente de operaciones paramilitares de alto riesgo, y que también encabezó la embajada en El Salvador. (Sputnik)
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