<p>Dicen los expertos que el queso está vivo y respira, que es un error mantenerlo en el plástico con que nos llega envasado del supermercado, que necesita tanto oxígeno como humedad, y que ésa y no otra es la condición de posibilidad para que, llegado el momento, nos resulte fresco y sabroso. Louise Courvoisier, debutante en el cine y, a juzgar por su primera película, experta quesera está convencida de que lo que vale para el queso (más en concreto el Comté de la zona francesa del Jura) sirve exactamente igual para el cine. <i><strong>La receta perfecta </strong></i><strong>es cine esencialmente vivo, cine que respira por cada poro (fotograma en este caso), cine feliz en su empeño de retratar con pulcritud y nervio cada detalle,</strong> cada proceso, cada acción, hasta incluso todos y cada uno de sus milagrosos errores.</p>
La debutante Louise Courvoisier confecciona una de las más brillantes sorpresas de la temporada con la delicada virtud de la vida vivida
Dicen los expertos que el queso está vivo y respira, que es un error mantenerlo en el plástico con que nos llega envasado del supermercado, que necesita tanto oxígeno como humedad, y que ésa y no otra es la condición de posibilidad para que, llegado el momento, nos resulte fresco y sabroso. Louise Courvoisier, debutante en el cine y, a juzgar por su primera película, experta quesera está convencida de que lo que vale para el queso (más en concreto el Comté de la zona francesa del Jura) sirve exactamente igual para el cine. La receta perfecta es cine esencialmente vivo, cine que respira por cada poro (fotograma en este caso), cine feliz en su empeño de retratar con pulcritud y nervio cada detalle, cada proceso, cada acción, hasta incluso todos y cada uno de sus milagrosos errores.
Se cuenta la historia de Totone (un Clément Faveau tan rigurosamente de estreno que se diría sencillamente puro). Totone tiene 18 años y su vida consiste básicamente en ser vivida. Con sus amigos va de fiesta, bebe, bebe y va de fiesta. También se baja baja los pantalones de pura euforia. Y también hace muchas más cosas. Pero esto último solo sucede algo más tarde, cuando, un mal día, su padre muere. Entonces, no le queda otra que hacerse cargo de su hermana de siete años. La vida, de repente, adquiere otra textura, mucho más grave, pero no dramática, mucho más oscura, pero sin avasallar. Es en ese momento, cuando se cruza en su camino el empeño más extraño y sobre el papel anticinematográfico con el que una directora debutante se atrevería jamás. Totone decide convertirse en el mejor quesero de la región de la Jura y dedica sus días y sus noches a fabricar el mejor quesó Comté imaginable. Todo sea por los 30.000 euros del premio. Suena todo demasiado extraño y, en verdad, resulta difícil imaginar una película más cercana, más cálida, mejor razonada y tan delicadamente personal.
Courvoisier, en verdad, no hace más que filmar el proceso de maduración de un joven como uno quiere creer que contaría el milagroso proceso de fermentación de, en efecto, un queso, un queso fresco, sabroso y tan grande al menos como una rueda de molino. Resulta fascinante como la directora hace descansar la narración no tanto en el relato pautado de las motivaciones, deseos o ambiciones de los personajes como en el proceso mismo de su actuación. En La receta perfecta, sus protagonistas (todos lo son en verdad) hacen cosas. Nada más. Se emborrachan, hacen el amor en un pajar, se huelen el sexo, montan el moto, deambulan por los prados de la mano de la hermana menor o, sencillamente, atienden con la mayor atención el delicado y perfecto proceso de elaboración de un queso Comté donde todo cuenta: el aroma de la leche, el brío del fuego, el cuidadoso trasiego y filtrado de una pasta parecida al yogurt… Es cine atrapado en su propia fascinación, es cine que respira y, no lo duden, vive.
La película causó sensación en la sección Un certain regard en Cannes en 2024, para ella fue el Cesar a mejor ópera prima y Maïwène Barthèlemy, una actriz que conduce tractores, fue señalada como intérprete revelación. En realidad, y más allá de premios y menciones académicas, por lo que sorprende La receta perfecta es por su facilidad para no dejarse ni definir ni siquiera premiar. Toda ella descansa en la certeza de su propia imposibilidad si se quiere. ¿Cómo es posible que el más exótico de los escenarios acaba por transformarse en una asunto completamente personal para el espectador? Y eso es lo que logran Clément Faveau y el ejército de actores inéditos e improbables que le escoltan en un lento y deslumbrante proceso de fermentación. Los fermentos tienen por función transformar el azúcar natural que lleva la leche (la lactosa) en ácido láctico. Luego, las proteínas se coagulan, la leche se acidifica y el cine se convierte en el más sabroso de los quesos. Cine con queso. Buen provecho.
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Directora: Louise Courvoisier. Intérpretes: Clément Faveau, Maïwène Barthèlemy, Luna Garret, Mathis Bernard, Dimitry Baudry. Duración: 90 minutos. Nacionalidad: Francia.
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