<p>»Cuando preparaba este nuevo disco me estaba leyendo <i><strong>El mito de Sísifo</strong></i>, así que ya te puedes imaginar…». Así presenta <strong>Ghouljaboy</strong>, el nombre artístico tras cuya música se encuentra el jerezano <strong>Jordi Arroyo</strong> (1996), el disco que lanzó la pasada semana: <i><strong>Dante Technicolor</strong></i>. Se hace complicado encajarlo en un estilo -él mismo rechaza las etiquetas-, pero Ghouljaboy comenzó como cantante de trap y ahora emerge como uno de los referentes del panorama indie español.</p>
El artista de Jerez, realmente llamado Jordi Arroyo, acaba de lanzar Dante Technicolor, un álbum que «es la confluencia de todo lo aprendido, lo mejor de cada disco anterior está en este»
«Cuando preparaba este nuevo disco me estaba leyendo El mito de Sísifo, así que ya te puedes imaginar…». Así presenta Ghouljaboy, el nombre artístico tras cuya música se encuentra el jerezano Jordi Arroyo (1996), el disco que lanzó la pasada semana: Dante Technicolor. Se hace complicado encajarlo en un estilo -él mismo rechaza las etiquetas-, pero Ghouljaboy comenzó como cantante de trap y ahora emerge como uno de los referentes del panorama indie español.
Arroyo, o Ghouljaboy, que ya ha colaborado con otros nombres como Depresión Sonora o Los Punsetes, argumenta que concibe la música, los géneros, los sonidos y patrones establecidos «simplemente como herramientas, como si pintas un cuadro y mezclas estilos». «Lo que me importa es el resultado total, pero también que cada canción funcione sola», dice.
El disco «tiene ese tono melancólico como de bajón, esa rabia existencial» alimentada, bromea, por la lectura de Camus y un cierto pesimismo generacional. «Se nos ha vendido que nuestra generación iba a estar perfect: ‘Si estudias una carrera vas a vivir como un rey’, y hemos ido creciendo y hemos visto cada vez más problemas y movidas… Y ya no solo en cosas básicas como el alquiler o la búsqueda de trabajo, sino también a nivel del mundo, que ahora mismo es una locura».
Los 14 temas, todos producidos por él, destilan esa filosofía: «Todo es una mierda, pero qué le vamos a hacer», zanja. «Todo el álbum es muy oscuro y el último tema, Plan de Escape, es como: ‘Pues bueno…'». Lo muestran sus letras, en contraste con sus melodías animadas: «Quiero hablar de cosas que no muestra directamente la letra», dice. Y, como fan de David Lynch, rechaza «dar todo tan mascado».
«Si hiciera algo reivindicativo intentaría que no sonara hortera, sería una mezcla de Bob Dylan y Playboi Carti»
«Me costaría más hacer temas reivindicativos porque tendría que esforzarme en que no fueran hortera, que no parecieran del grupo punk de tu tío. Si algún día hago ese tipo de música, sería muy cuidada, una mezcla de Bob Dylan y Playboi Carti». Este álbum, asegura, no rompe con lo anterior sino que «ha dado un paso más», y Dante Technicolor «es la confluencia de todo lo aprendido: lo mejor de cada disco anterior está en este».
El artista soñó su nombre artístico, que es literalmente una mezcla de Soulja Boy, un rapero y productor estadounidense, con la famosa serie de cómic Tokio Ghoul. Esas referencias, sumadas a sus inquietudes y formación artística -«lo único que me falta tocar son las esculturas», dice- aportan al universo que crea con su música y sus vídeos sus personajes vendados y enmascarados. «De pequeño descubrí American Idiot de Green Day y los discos conceptuales, y me dije: ‘Qué guapo que aparte de que el álbum ya sea, de por sí, la caña, todo tenga su mundo, que te haga disfrutarlo de forma totalmente distinta'».
Ese afán de experimentar, «de ver cuál es el siguiente límite a superar», lo impulsó a forjar su estilo. Cuando empezó, Ghouljaboy siente que para el público era más complicado entender lo que pretendía crear -«tampoco esperaba que lo pillaran»-, pero eso ha cambiado: «Se han ido dando cuenta. Y menos mal, porque lo he hecho todo guapo», ironiza. En el futuro quizá pruebe a «mezclar toda esa movida de hip hop oscuro y demás con jazz, rollo Mac Miller, para entendernos».
Cultura