Columna Poliédrica
La última Columna Poliédrica titulada “Costa Rica en caída libre” tuvo más de treinta mil visualizaciones. Este año esta columna cumplió once años de aparecer de manera ininterrumpida en la sección de opinión de este diario digital, durante ese tiempo solo recuerdo un texto de noviembre de 2014 titulado “¡Erupción!: Cerremos la UCR y la UNA” que recibió una visualización extrañamente grande; en otras palabras, al igual que una canción o una obra literaria, en no pocas ocasiones, uno no entiende muy bien las razones que generan este fenómeno, ya que en otras ocasiones un producto intelectual que se considera mejor, ni siquiera es visto por las personas lectoras.
La visualización de las columnas no es nuestro objetivo. Por supuesto que agradecemos a las personas que tienen la paciencia de leerla, ya que con ello logramos hacer llegar un punto de vista o una perspectiva que pretende poner a reflexionar al lector o lectora; en ningún momento queremos imponer o convencer a las personas que lo escrito es la verdad absoluta o la única forma de entender los diferentes fenómenos de la realidad, nada más alejado de nuestro propósito.
La última columna está cargada de melancolía. Tal y como leí en alguno de los comentarios que se hacen usualmente a los diferentes artículos de la sección de opinión de este diario digital, el texto de “Costa Rica en caída libre” dejaba ver la melancolía en relación con el proceso de deterioro que ha tenido nuestro país en los últimos cuarenta años; quizás, no es posible saberlo, ese sentimiento de melancolía es compartido por muchas personas, seguramente de aquellos que superan el medio siglo de edad y que vivieron la Costa Rica a la que se hace referencia.
La columna fue calificada de falacia por alguno de los comentaristas. Se dijo que es falso que la Costa Rica del Estado de Bienestar lograra índices educativos a la par de los países que actualmente están en los primeros puestos en esta materia, para sustentar esa afirmación se indicó la situación que se vivía, por ejemplo, con las escuelas unidocentes; lo que sí es una falacia de argumentación es generalizar una situación específica a toda la sociedad costarricense, es decir, la mayoría de la población costarricense tuvo una formación educativa buena y de ahí los índices que se consiguieron, ello no implica desconocer las carencias que tenía el sistema educativo de aquel entonces.
El pasado no siempre fue mejor, pero en este caso sí. El avance de una sociedad, por ejemplo en educación, no está en que haya mayores recursos en infraestructura, sino en cómo se aprovechan por parte de las personas involucradas; la buena formación educativa depende de las personas de carne y hueso, es decir, de quien educa y de quien es educado. Las escuelas, los colegios y las universidades no son las infraestructuras, son las personas que desarrollan su trabajo con vocación y el aprendizaje con entereza, ambos, con una conciencia de su responsabilidad ante la sociedad.
Tenemos que volver sobre las ideas que han demostrado ser virtuosas para beneficiar a la mayoría de los costarricenses. Tenemos todo para volver a los mejores índices de desarrollo humano, pero ello depende de nosotros mismos, nadie va a venir a hacer eso por nosotros.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Columna Poliédrica La última Columna Poliédrica titulada “Costa Rica en caída libre” tuvo más de treinta mil visualizaciones. Este año esta columna cumplió once años de aparecer de manera ininterrumpida en la sección de opinión de este diario digital, durante ese tiempo solo recuerdo un texto de noviembre de 2014 titulado “¡Erupción!: Cerremos la UCR
Columna Poliédrica
La última Columna Poliédrica titulada “Costa Rica en caída libre” tuvo más de treinta mil visualizaciones. Este año esta columna cumplió once años de aparecer de manera ininterrumpida en la sección de opinión de este diario digital, durante ese tiempo solo recuerdo un texto de noviembre de 2014 titulado “¡Erupción!: Cerremos la UCR y la UNA” que recibió una visualización extrañamente grande; en otras palabras, al igual que una canción o una obra literaria, en no pocas ocasiones, uno no entiende muy bien las razones que generan este fenómeno, ya que en otras ocasiones un producto intelectual que se considera mejor, ni siquiera es visto por las personas lectoras.
La visualización de las columnas no es nuestro objetivo. Por supuesto que agradecemos a las personas que tienen la paciencia de leerla, ya que con ello logramos hacer llegar un punto de vista o una perspectiva que pretende poner a reflexionar al lector o lectora; en ningún momento queremos imponer o convencer a las personas que lo escrito es la verdad absoluta o la única forma de entender los diferentes fenómenos de la realidad, nada más alejado de nuestro propósito.
La última columna está cargada de melancolía. Tal y como leí en alguno de los comentarios que se hacen usualmente a los diferentes artículos de la sección de opinión de este diario digital, el texto de “Costa Rica en caída libre” dejaba ver la melancolía en relación con el proceso de deterioro que ha tenido nuestro país en los últimos cuarenta años; quizás, no es posible saberlo, ese sentimiento de melancolía es compartido por muchas personas, seguramente de aquellos que superan el medio siglo de edad y que vivieron la Costa Rica a la que se hace referencia.
La columna fue calificada de falacia por alguno de los comentaristas. Se dijo que es falso que la Costa Rica del Estado de Bienestar lograra índices educativos a la par de los países que actualmente están en los primeros puestos en esta materia, para sustentar esa afirmación se indicó la situación que se vivía, por ejemplo, con las escuelas unidocentes; lo que sí es una falacia de argumentación es generalizar una situación específica a toda la sociedad costarricense, es decir, la mayoría de la población costarricense tuvo una formación educativa buena y de ahí los índices que se consiguieron, ello no implica desconocer las carencias que tenía el sistema educativo de aquel entonces.
El pasado no siempre fue mejor, pero en este caso sí. El avance de una sociedad, por ejemplo en educación, no está en que haya mayores recursos en infraestructura, sino en cómo se aprovechan por parte de las personas involucradas; la buena formación educativa depende de las personas de carne y hueso, es decir, de quien educa y de quien es educado. Las escuelas, los colegios y las universidades no son las infraestructuras, son las personas que desarrollan su trabajo con vocación y el aprendizaje con entereza, ambos, con una conciencia de su responsabilidad ante la sociedad.
Tenemos que volver sobre las ideas que han demostrado ser virtuosas para beneficiar a la mayoría de los costarricenses. Tenemos todo para volver a los mejores índices de desarrollo humano, pero ello depende de nosotros mismos, nadie va a venir a hacer eso por nosotros.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Opinión – Diario Digital Nuestro País