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  Opinión  Costa Rica, a la tica
Opinión

Costa Rica, a la tica

21 de junio de 2025
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Concluida la secundaria (Instituto de Alajuela), en 1976, al siguiente año ingresé a la Universidad de Costa Rica, donde cursé los Estudios Generales y los propedéuticos, como Historia de las Instituciones de Costa Rica, Introducción a la Sociología, Literatura Griega, etc.

Con 18 años, recién cumplidos, se me abrió un horizonte académico que permeó en mi vida personal. Y en lo profesional, años después.

Tuve profesores de altísima calidad, no sólo humanitaria, sino igualmente ilustres catedráticos, en su campo de enseñanza.

Sin duda, ese año, reacomodó mi formación, de los años escolares y colegiales, iniciando una madurez que, sin ser consciente de ello, fue preparándome para el ejercicio del Derecho, que fue la carrera que concluí.

En este período, tuve infinidad de experiencias, pero es mi deseo centrarme en una, que es innata a todo ser humano: la política. Y me refiero a una fugaz militancia partidaria, en la prejuiciada y satanizada “izquierda”.

Hoy, ya siendo un adulto mayor, juez jubilado, catedrático de esta misma Universidad, puedo afirmar que, en los años preuniversitarios, el tema político no estuvo a mi alcance, pues nunca se me dieron los conocimientos, aún elementales, de esta disciplina.

Así, no es sino durante mi inicio en la U, cuando supe, qué es la “izquierda”, la “derecha”; el “capitalismo”, el “marxismo” o “comunismo”, así como el “neoliberalismo” y una larga lista de etiquetas.

Durante mi primer año universitario, tuve un excelente profesor de sociología, de ideología “marxista” y sus clases fueron el abre bocas, que necesitaba. Pero, aunque suene paradójico, fue en su curso y no en Historia (Generales) ni en “Historia de las Instituciones”, donde me ilustré del tema.

En aquel curso, anual, leí de grandes escritores como Karl Marx, Friedrich Engels, León Trotsky, Manuel Mora, Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas, etc. Y no podía faltar “Las Venas Abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. En los otros cursos, el tema era tabú.

En ese año y posteriores, una compañera de la Derecho, encargada del Centro Cultural Costarricense Coreano (de Corea del Norte) y que militaba en “Pueblo Unido” (PU, coalición fundada para las elecciones de 1978, por el Partido Vanguardia Popular (VP), el Partido Socialista Costarricense (PSC) y el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), me llevó a la militancia y, con ella, comencé a leer muchos libros de la gran biblioteca que tenía ese Centro; incluso, cuando sólo llegaba a estudiar Derecho.

Así, la izquierda fue mi opción y, aunque mi participación fue siempre tímida, un tanto lejana, participé en sus cursos de capacitación y hasta me atreví a escribir artículos en un periódico del partido VP, llamado “Trabajo”.

Ese curso era de varios meses y muy intenso, con bastantes materiales bibliográficos. La capacitación estaba a cargo de profesores universitarios y militantes de larga data, en su mayoría historiadores y sociólogos. Al final, se podía obtener un título, luego de que le fuera aprobada una tesina. Recuerdo, con no poca nostalgia, que la que escribí, mereció un premio. El partido me obsequió el libro “La Madre”, de Gorki, lo que, para un joven, entonces, significaba mucho. Era de pasta dura, de color rojo; fue de mis lecturas preferidas.

Volviendo al tema, y específicamente el rancio  prejuicio que hay, aún hoy, respecto de quienes son de izquierda, tildándolos, peyorativamente, de «monstruos comunistas», “zurdos”,” troskos”, “anarquistas” o “anarcos”, “chancletudos”, “marihuanos” y, hasta hace  no muchos años, “come chiquitos”,  entre otros falsedades, me hace no terminar de comprender esos ridículas falacias, a razón de lo  que pasa en Cuba, por ejemplo, donde el “problema de su pobreza”,  lo atribuyen a la ideología que la rige, sin considerar que, realmente, lo es el ataque constante, de parte del imperialismo norteamericano (USA) que siempre nos han considerado su “patio trasero y “repúblicas bananeras” y se  creen con el derecho de bloquear y desestabilizar a cualquier país, bajo el pretexto de la “seguridad nacional” y ser los “salvadores” de la democracia, diciendo ser el ejemplo a seguir. Así, el país que pretende dar un giro contrario del establishment hay que “apoyarlo”. ¡Cuánta ironía!

Se esperaría que, con lo que acontece, desde hace muchos años, en China comunista, que les pisa los talones a los gringos y que ha dado el gran salto, para convertirse la mayor potencia mundial, cambie esa percepción y hagamos conciencia que, mientras sigamos siendo “América para los americanos” (doctrina Monroe o Destino Manifiesto), nunca podremos salir de este hueco en que nos hunden, cada vez más.

Como cualquier otra materia universitaria, la capacitación, en VP, me envolvió al punto de que, mucho a mi alrededor, estuvo influido por ello. Incluso, en mis cursos de Derecho, pues, aquello, era, según el status quo imperante (hasta hoy), un “pecado capital”, dado que, por la naturaleza de la disciplina, los profesores (que, en su mayoría, se rotaban entre diputaciones y ministerios, en épocas del bipartidismo) eran radicalmente anticomunistas. Y es ahí, en esos cursos (como Filosofía del Derecho, Historia del Derecho, Derecho Constitucional y otros), donde salían a relucir temas “afines” donde los docentes ideólogos destilaban, con ropajes de teorías, su odio visceral, hacia los “comunistas”.

Luego de 6 años de carrera, según el entonces vigente currículo académico, me gradué y comencé a ejercer como juez de la República y por ello, tuve que alejarme del partido; el de “la hormiga”, como le decíamos, los jóvenes, entonces.

No obstante, mi formación jurídica, se vio fortalecida, pues la perspectiva, como profesional en Derecho, obviamente, era otra y aunque no podía ser explícito al conocer de los asuntos jurisdiccionales, ello me dio mayor madurez intelectual. En cuanto a mi ejercicio docente, en esa misma Facultad y Universidad, el curso a cargo (Juicios Universales), era ajeno a lo político. En todo caso, siempre me abstuve, como juez y profesor, de pasar la raya.

Y, aunque no podía ser activo partidario, pues la prohibición es a rajatabla y sólo podía votar, como todo ciudadano, durante todos los años de trabajo, vi la constante en los prejuicios hacia la izquierda. Da pena que mucha gente, por ignorancia y dada la narrativa “oficial”, sigan vociferando de lo que no conocen y dada la malformación en que se han criado.

El mismo sistema de partidos, con el desparecido bipartidismo y hoy, con el “picadillo” de la derecha radical neoliberal, se fomenta el odio hacia cualquier partido de izquierda, al etiquetárseles con todo lo negativo que se pueda, a pesar de que, a simple vista, la actual fracción legislativa de izquierda, como las anteriores, han sido los  que, verdaderamente, han hecho oposición, en defensa de la población más golpeada por las medidas de gobiernos, a todas luces nefastos y que han aplastado el tema social, en favor de una pequeña oligarquía, corrupta y con tendencias dictatoriales.

Recuerdo que, a aquel curso de capacitación, fue invitado el fundador del Partido Comunista de Costa Rica (1931), D. Manuel Mora Valverde y disertó de sus experiencias y recalcó que él y el partido que presidía (VP), no eran, para nada, dogmáticos y, por el contrario, aunque formado en el marxismo leninismo, siempre creyó en un “comunismo a la tica”, acorde a la realidad nacional y del ser e idiosincrasia costarricense, pero su mensaje, en este sentido, siempre fue y ha sido reiteradamente atacado, por la derecha vividora que, cada día, es más rica a costilla de la mayoría, cada vez más empobrecida.

No obstante, en mi criterio, Costa Rica está dando un giro importante, gracias al excelente trabajo de los actuales diputados frenteamplistas, lo que podría deparar en un giro pendular, para bien de la institucionalidad costarricense.

Termino, con las palabras del Benemérito de la Patria, el Lic. Manuel Mora Valverde, quien reafirmó su pensamiento, desde el Congreso de VP, en 1936: “…Creemos sinceramente que cualquier movimiento político social que se desenvolviera con honradez en Costa Rica y que pretendiera ir más allá del régimen democrático, estaría en este momento fuera de nuestra realidad…” (sic)

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(*) Wilbert Arroyo Álvarez, Abogado y Catedrático, UCR.

 Concluida la secundaria (Instituto de Alajuela), en 1976, al siguiente año ingresé a la Universidad de Costa Rica, donde cursé los Estudios Generales y los propedéuticos, como Historia de las Instituciones de Costa Rica, Introducción a la Sociología, Literatura Griega, etc. Con 18 años, recién cumplidos, se me abrió un horizonte académico que permeó en  

Concluida la secundaria (Instituto de Alajuela), en 1976, al siguiente año ingresé a la Universidad de Costa Rica, donde cursé los Estudios Generales y los propedéuticos, como Historia de las Instituciones de Costa Rica, Introducción a la Sociología, Literatura Griega, etc.

Con 18 años, recién cumplidos, se me abrió un horizonte académico que permeó en mi vida personal. Y en lo profesional, años después.

Tuve profesores de altísima calidad, no sólo humanitaria, sino igualmente ilustres catedráticos, en su campo de enseñanza.

Sin duda, ese año, reacomodó mi formación, de los años escolares y colegiales, iniciando una madurez que, sin ser consciente de ello, fue preparándome para el ejercicio del Derecho, que fue la carrera que concluí.

En este período, tuve infinidad de experiencias, pero es mi deseo centrarme en una, que es innata a todo ser humano: la política. Y me refiero a una fugaz militancia partidaria, en la prejuiciada y satanizada “izquierda”.

Hoy, ya siendo un adulto mayor, juez jubilado, catedrático de esta misma Universidad, puedo afirmar que, en los años preuniversitarios, el tema político no estuvo a mi alcance, pues nunca se me dieron los conocimientos, aún elementales, de esta disciplina.

Así, no es sino durante mi inicio en la U, cuando supe, qué es la “izquierda”, la “derecha”; el “capitalismo”, el “marxismo” o “comunismo”, así como el “neoliberalismo” y una larga lista de etiquetas.

Durante mi primer año universitario, tuve un excelente profesor de sociología, de ideología “marxista” y sus clases fueron el abre bocas, que necesitaba. Pero, aunque suene paradójico, fue en su curso y no en Historia (Generales) ni en “Historia de las Instituciones”, donde me ilustré del tema.

En aquel curso, anual, leí de grandes escritores como Karl Marx, Friedrich Engels, León Trotsky, Manuel Mora, Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas, etc. Y no podía faltar “Las Venas Abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. En los otros cursos, el tema era tabú.

En ese año y posteriores, una compañera de la Derecho, encargada del Centro Cultural Costarricense Coreano (de Corea del Norte) y que militaba en “Pueblo Unido” (PU, coalición fundada para las elecciones de 1978, por el Partido Vanguardia Popular (VP), el Partido Socialista Costarricense (PSC) y el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), me llevó a la militancia y, con ella, comencé a leer muchos libros de la gran biblioteca que tenía ese Centro; incluso, cuando sólo llegaba a estudiar Derecho.

Así, la izquierda fue mi opción y, aunque mi participación fue siempre tímida, un tanto lejana, participé en sus cursos de capacitación y hasta me atreví a escribir artículos en un periódico del partido VP, llamado “Trabajo”.

Ese curso era de varios meses y muy intenso, con bastantes materiales bibliográficos. La capacitación estaba a cargo de profesores universitarios y militantes de larga data, en su mayoría historiadores y sociólogos. Al final, se podía obtener un título, luego de que le fuera aprobada una tesina. Recuerdo, con no poca nostalgia, que la que escribí, mereció un premio. El partido me obsequió el libro “La Madre”, de Gorki, lo que, para un joven, entonces, significaba mucho. Era de pasta dura, de color rojo; fue de mis lecturas preferidas.

Volviendo al tema, y específicamente el rancio  prejuicio que hay, aún hoy, respecto de quienes son de izquierda, tildándolos, peyorativamente, de «monstruos comunistas», “zurdos”,” troskos”, “anarquistas” o “anarcos”, “chancletudos”, “marihuanos” y, hasta hace  no muchos años, “come chiquitos”,  entre otros falsedades, me hace no terminar de comprender esos ridículas falacias, a razón de lo  que pasa en Cuba, por ejemplo, donde el “problema de su pobreza”,  lo atribuyen a la ideología que la rige, sin considerar que, realmente, lo es el ataque constante, de parte del imperialismo norteamericano (USA) que siempre nos han considerado su “patio trasero y “repúblicas bananeras” y se  creen con el derecho de bloquear y desestabilizar a cualquier país, bajo el pretexto de la “seguridad nacional” y ser los “salvadores” de la democracia, diciendo ser el ejemplo a seguir. Así, el país que pretende dar un giro contrario del establishment hay que “apoyarlo”. ¡Cuánta ironía!

Se esperaría que, con lo que acontece, desde hace muchos años, en China comunista, que les pisa los talones a los gringos y que ha dado el gran salto, para convertirse la mayor potencia mundial, cambie esa percepción y hagamos conciencia que, mientras sigamos siendo “América para los americanos” (doctrina Monroe o Destino Manifiesto), nunca podremos salir de este hueco en que nos hunden, cada vez más.

Como cualquier otra materia universitaria, la capacitación, en VP, me envolvió al punto de que, mucho a mi alrededor, estuvo influido por ello. Incluso, en mis cursos de Derecho, pues, aquello, era, según el status quo imperante (hasta hoy), un “pecado capital”, dado que, por la naturaleza de la disciplina, los profesores (que, en su mayoría, se rotaban entre diputaciones y ministerios, en épocas del bipartidismo) eran radicalmente anticomunistas. Y es ahí, en esos cursos (como Filosofía del Derecho, Historia del Derecho, Derecho Constitucional y otros), donde salían a relucir temas “afines” donde los docentes ideólogos destilaban, con ropajes de teorías, su odio visceral, hacia los “comunistas”.

Luego de 6 años de carrera, según el entonces vigente currículo académico, me gradué y comencé a ejercer como juez de la República y por ello, tuve que alejarme del partido; el de “la hormiga”, como le decíamos, los jóvenes, entonces.

No obstante, mi formación jurídica, se vio fortalecida, pues la perspectiva, como profesional en Derecho, obviamente, era otra y aunque no podía ser explícito al conocer de los asuntos jurisdiccionales, ello me dio mayor madurez intelectual. En cuanto a mi ejercicio docente, en esa misma Facultad y Universidad, el curso a cargo (Juicios Universales), era ajeno a lo político. En todo caso, siempre me abstuve, como juez y profesor, de pasar la raya.

Y, aunque no podía ser activo partidario, pues la prohibición es a rajatabla y sólo podía votar, como todo ciudadano, durante todos los años de trabajo, vi la constante en los prejuicios hacia la izquierda. Da pena que mucha gente, por ignorancia y dada la narrativa “oficial”, sigan vociferando de lo que no conocen y dada la malformación en que se han criado.

El mismo sistema de partidos, con el desparecido bipartidismo y hoy, con el “picadillo” de la derecha radical neoliberal, se fomenta el odio hacia cualquier partido de izquierda, al etiquetárseles con todo lo negativo que se pueda, a pesar de que, a simple vista, la actual fracción legislativa de izquierda, como las anteriores, han sido los  que, verdaderamente, han hecho oposición, en defensa de la población más golpeada por las medidas de gobiernos, a todas luces nefastos y que han aplastado el tema social, en favor de una pequeña oligarquía, corrupta y con tendencias dictatoriales.

Recuerdo que, a aquel curso de capacitación, fue invitado el fundador del Partido Comunista de Costa Rica (1931), D. Manuel Mora Valverde y disertó de sus experiencias y recalcó que él y el partido que presidía (VP), no eran, para nada, dogmáticos y, por el contrario, aunque formado en el marxismo leninismo, siempre creyó en un “comunismo a la tica”, acorde a la realidad nacional y del ser e idiosincrasia costarricense, pero su mensaje, en este sentido, siempre fue y ha sido reiteradamente atacado, por la derecha vividora que, cada día, es más rica a costilla de la mayoría, cada vez más empobrecida.

No obstante, en mi criterio, Costa Rica está dando un giro importante, gracias al excelente trabajo de los actuales diputados frenteamplistas, lo que podría deparar en un giro pendular, para bien de la institucionalidad costarricense.

Termino, con las palabras del Benemérito de la Patria, el Lic. Manuel Mora Valverde, quien reafirmó su pensamiento, desde el Congreso de VP, en 1936: “…Creemos sinceramente que cualquier movimiento político social que se desenvolviera con honradez en Costa Rica y que pretendiera ir más allá del régimen democrático, estaría en este momento fuera de nuestra realidad…” (sic)

(*) Wilbert Arroyo Álvarez, Abogado y Catedrático, UCR.

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