San José, 14 Jun (Elpaís.cr).- En las últimas décadas, el pequeño distrito de Ojochal, ubicado entre el océano Pacífico y la Fila Costeña en el cantón de Osa, ha dejado de ser una comunidad rural de vocación agrícola y ganadera para convertirse en un exclusivo enclave turístico dominado por inversiones extranjeras.
Así lo documenta la reciente investigación “La frontera en movimiento: la turistificación de Ojochal de Osa, 1990-2024”, elaborada por el máster Óscar Leiva Alpízar, presentada en el programa Voces y Política de Radio Universidad de Costa Rica.
El estudio, parte del trabajo final de graduación de Leiva en la Maestría en Turismo y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional, sede Chorotega, revela que entre el 70 % y 75 % de las propiedades de Ojochal están en manos de extranjeros, principalmente a través de sociedades anónimas. La investigación, basada en una muestra de 2.240 fincas que abarcan aproximadamente 3.000 hectáreas, alerta sobre un acelerado proceso de turistificación que ha transformado el tejido social, económico y ambiental de la región.
Del potrero a la piscina infinita
El fenómeno de turistificación descrito por Leiva implica un rediseño territorial pensado exclusivamente para el turismo de lujo. Lo que antes eran fincas ganaderas ahora son residencias privadas con vista al mar, en muchos casos vigiladas y de acceso restringido. La transformación, iniciada en la década de 1990, ha sido impulsada por una masiva compraventa de tierras, con más de 3.000 transacciones inmobiliarias registradas entre 1990 y 2024. De estas, el 68 % corresponde a propiedades adquiridas en rangos de entre $250.000 y $750.000.
Este cambio ha encarecido el valor del suelo, encareciendo también el acceso a la tierra y a la vivienda para la población local. Leiva sostiene que esta forma de desarrollo “representa un extractivismo contemporáneo: ya no se trata de extraer recursos naturales, sino de mercantilizar el paisaje, la cultura local y hasta el modo de vida, todo vendido como un producto exclusivo”.
La trampa del “paraíso verde”
Uno de los aportes más contundentes de la investigación es el desmontaje del discurso que legitima este proceso: la narrativa del ecoturismo y la sostenibilidad. Bajo el empaque de “proyectos amigables con la naturaleza”, se han desarrollado lujosos condominios y urbanizaciones en zonas ecológicamente sensibles.
Ojochal forma parte de la marca territorial Costa Ballena, junto con Uvita y Dominical, promovida como un “paraíso interconectado” que presume de biodiversidad y conservación. Sin embargo, Leiva señala que esta retórica encubre un modelo de apropiación territorial disfrazado de sostenibilidad, una especie de “naturaleza fetichizada” usada como anzuelo para atraer capital extranjero.
“No es un modelo tradicional de resort, sino una turistificación verde que opera desde una estética ecológica”, explicó Leiva en su intervención radial. “Se promueve la conservación privada, pero lo que hay es segregación social, desplazamiento de familias y acceso restringido al territorio”.
Gentrificación rural: un desplazamiento silencioso
Aunque el concepto de gentrificación suele aplicarse a contextos urbanos, en Ojochal se manifiesta como una “rurificación elitista”. Los antiguos habitantes, muchos descendientes de agricultores y ganaderos, han sido empujados fuera del mercado inmobiliario por el aumento del valor de la tierra y del costo de vida.
Según el estudio, el precio promedio de los alquileres en Bahía Ballena y Ojochal ha subido un 49 % en la última década, sobre todo tras la pandemia. Este aumento ha provocado una migración forzada de residentes locales y la transformación simbólica del espacio vivido, donde las prácticas cotidianas de los lugareños pasan a ser parte del “paisaje pintoresco” ofrecido al turista o expatriado.
“Es un desplazamiento sin gritos”, advierte Leiva. “Las personas no necesariamente son desalojadas, pero ven cómo su entorno cambia a tal punto que dejan de reconocerse en él”.
Un Estado ausente y cómplice
El estudio también señala la ambivalencia del Estado costarricense en este proceso. Por un lado, se promociona a la región como un destino verde y próspero, mientras que, por otro, se evidencia una falta de regulación urbanística, ambiental y social que permita controlar la especulación inmobiliaria.
Una de las principales preocupaciones es la posible construcción de un aeropuerto internacional en la zona, lo que podría disparar aún más el proceso de turistificación y degradar aún más los ecosistemas del Corredor Biológico Paso de La Danta, al que pertenece Ojochal.
Además, el investigador denunció dificultades para acceder a información pública: debió interponer un recurso de amparo contra la Municipalidad de Osa para poder completar su trabajo. También señaló que muchas personas entrevistadas prefirieron el anonimato por temor a represalias, lo que evidencia la sensibilidad y conflictividad del tema.
Memoria histórica y legislación pendiente
Leiva compara el actual proceso con la expansión de la frontera agrícola en los años 60, que dio lugar a la promulgación de leyes como la Ley de Tierras y Colonización. Hoy, dice, la expansión de la frontera turística exige un nuevo marco legal que regule el desarrollo, reparta equitativamente sus beneficios y proteja los derechos de las comunidades locales.
“El llamado es claro: Costa Rica necesita una legislación específica que regule la turistificación”, sentenció Leiva. “De lo contrario, convertiremos nuestras comunidades en postales sin gente, en souvenirs para el turismo extranjero”.}
Resistencias locales y alternativas
Pese al desbalance de fuerzas, en Ojochal no todo es resignación. Algunas familias y organizaciones comunales han desarrollado estrategias de adaptación y resistencia, buscando preservar su identidad y el sentido del lugar. Se han creado comités locales, alianzas en defensa del Corredor Biológico y proyectos de economía solidaria como respuesta al modelo dominante.
“El reto es aprender a convivir con el turismo sin que este nos devore”, dijo un residente entrevistado bajo condición de anonimato. “No estamos en contra del desarrollo, pero queremos que sea justo, sostenible y que no nos borre del mapa”.
Temas pendientes de investigación
El estudio también deja abiertas líneas clave para futuras investigaciones:
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Caracterización de la población extranjera: No todos los inversionistas actúan igual; algunos buscan integración, otros reproducen lógicas de segregación.
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Cambio generacional: ¿Cómo enfrentan los jóvenes la pérdida del territorio? ¿Migran o resisten?
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Relaciones entre locales y extranjeros: Las dinámicas de cooperación o conflicto marcarán el rumbo de Ojochal en los próximos años.
Un laboratorio de contradicciones
Al cierre de su intervención, Leiva advirtió que Ojochal representa un microcosmos de lo que podría suceder en otras regiones del país si no se gestiona adecuadamente la expansión turística.
“Costa Rica debe decidir si quiere un turismo que beneficie a todos o uno que convierta a sus comunidades en vitrinas para el consumo global”, concluyó. “La sostenibilidad no puede ser solo un eslogan de marketing; debe ser una práctica política, legal y social que garantice justicia territorial”.
Mientras tanto, Ojochal sigue siendo una frontera en movimiento, un territorio en disputa entre el modelo extractivo de la turistificación verde y las luchas comunitarias por un futuro más equitativo. Un paraíso, sí, pero uno que cada día se aleja más de quienes históricamente lo habitaron.