<p>La huelga de la Compañía Nacional de Danza y del Ballet Nacional, <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/danza/2025/12/11/693ae84fe4d4d80d778b4594.html»>planteada para el próximo 19 de diciembre</a>, <strong>ha quedado en suspenso tras la reunión de los sindicatos con el ministro de Cultura, Ernest Urtasun</strong>, de este miércoles. Aunque la huelga continúa convocada, los bailarines y los sindicatos han decidido poner freno al parón de esa jornada tras la promesa que se les ha trasladado desde el Ministerio. Pero en caso de no cumplirse volverán a retomarla el próximo mes de febrero.</p>
Los sindicatos y los trabajadores advierten de que no es el final de la huelga, que en caso de no avanzar se producirán paros en febrero
La huelga de la Compañía Nacional de Danza y del Ballet Nacional, planteada para el próximo 19 de diciembre, ha quedado en suspenso tras la reunión de los sindicatos con el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de este miércoles. Aunque la huelga continúa convocada, los bailarines y los sindicatos han decidido poner freno al parón de esa jornada tras la promesa que se les ha trasladado desde el Ministerio. Pero en caso de no cumplirse volverán a retomarla el próximo mes de febrero.
La reunión, que estaba fijada para la semana pasada y fue aplazada por el equipo de Urtasun, ha finalizado con una propuesta por escrito del Ministerio, según confirman a EL MUNDO fuentes presentes en la misma. En esa proposición lo que se plantea es equiparar el salario de los miembros de la CND y el Ballet Nacional a otra unidades del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) y sacarles del convenio único al que ahora se circunscriben y que no se actualiza desde 1995. De facto, eso supondría un aumento del salario que, en estos momentos, es de unos 24.500 euros brutos al año. Es decir, unos 1.700 euros al mes, añadiendo un complemento que reciben de unos 300 euros desde 2014 por desplazamiento de horario y horas extra.
De hecho, en las últimas horas, se han producido tres reuniones. Ayer se produjo la primera con representantes de los trabajadores y el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, y la subsecretaria de Cultura, Carmen Páez. A primera hora de la mañana de este miércoles se ha producido la segunda con el propio ministro. Y a posteriori se ha dado una tercera en la que se ha rubricado la propuesta con la secretaria general del INAEM, Paz Santa Cecilia.
Ahora para materializar esa propuesta, el Ministerio de Cultura se tendrá que reunir en el inicio del año con Función Pública, el departamento gubernamental que debe decidir si ese cambio se puede ejecutar, y trasladar la respuesta a los trabajadores entre los meses de enero y febrero. En la propuesta escrita, según la información a la que ha tenido acceso este diario, también está la creación de un grupo de trabajo para hacer seguimiento de la situación.
Fuentes de los bailarines aseguran que el suspenso de la huelga es «un gesto de buena voluntad» por su parte para intentar llegar a un acuerdo que permita esa equiparación con otras compañías del INAEM. Representantes de UGT, por su parte, trasladan que «es un avance» que sea el propio ministro quien mantenga la reunión con los bailarines porque lo consideran «elevar el asunto políticamente». Sin embargo, este no es el final definitivo de las protestas porque, en caso de que no haya avances, se plantean nuevos paros para el mes de febrero ya que la próxima reunión está fijada para el día 2 de ese mes. Ahí Cultura deberá trasladar una respuesta a los trabajadores.
Desde la plantilla de la CND ya habían preparado la semana pasada un estudio comparando sus sueldos con las compañías de otros 15 países de la Unión Europea con respecto al salario mínimo de cada uno de ellos. Según esos cálculos, en España los bailarines de este organismo público superan el salario mínimo en una cantidad que ronda el 30%. En Alemania la cifra es un 85% superior, tomando como referencia las compañías de las principales ciudades del país. En Portugal, Polonia o Grecia el porcentaje asciende hasta el 100%. «Hay muchos compañeros que tienen que tener dos trabajos y hasta tres para poder vivir en Madrid. Hay gente dando clases en su tiempo libre para ganar un complemento», señala uno de los bailarines.
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