Columna Poliédrica
La gente que vaya a votar por el grupo que llaman El Chavismo, no podrá decir que fue engañado. Si algo tienen las personas involucradas en esa agrupación política, es que han externado sus intereses y pretensiones en relación con el régimen político y jurídico costarricense; quieren mayoría parlamentaria para modificar las bases que Costa Rica ha tenido desde 1949, ya hablan sin filtros de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para concretar cambios que no parecen muy democráticos que digamos.
En relación con el tema de una Asamblea Nacional Constituyente, nosotros ya hemos escrito al respecto. En abril de 2016 manifestamos, en lo que interesa, lo siguiente:
“Desde hace un tiempo vienen ciertas cabezas calientes proponiendo que es necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. El argumento que han repetido, muchas veces, es que la institucionalidad costarricense se quedó obsoleta y que no funciona por culpa de una carta magna que no está acorde con el signo de los tiempos.
El argumento es total y completamente falaz. No es necesario convocar a una constituyente para arreglar los vicios que tiene el régimen político costarricense, ya que los cambios necesarios se podrían realizar por medio de reformas parciales a la carta magna; es decir, se trata de cambios que se pueden hacer con los procedimientos previstos en el mismo texto aprobado en 1949. (…)
El punto medular es que no existen recetas mágicas aplicables a todos los países. Cada sociedad tiene sus particularidades y no se puede pensar que con una Asamblea Nacional Constituyente los problemas de Costa Rica se van a solucionar; dicho en otras palabras, el frío no está en las cobijas, las relaciones de poder son más complejas y no dependen de la estructura política imperante.
Además, la coyuntura histórica no es favorable para que el texto resultante de una Asamblea Nacional Constituyente profundice las conquistas sociales del pueblo costarricense. A finales de la primera mitad del siglo XX, teniendo condiciones ideológicas y fácticas para aprobar el proyecto de Constitución Política elaborado por los socialdemócratas costarricenses ello no fue posible; ahora imaginen lo que sucedería en la actualidad, en un contexto en que el péndulo ideológico está hacia la derecha y los poderes fácticos están bajo el dominio de los grupos económicos.
En síntesis, no hay que ser muy inteligente para saber que en la actualidad no hay condiciones para aprobar una Constitución Política que permita profundizar y mantener las conquistas sociales del pueblo costarricense. Ante esta realidad, el camino más sensato es el de las reformas parciales, sin embargo, las cosas han llegado a tal extremo que este tipo de reformas pueden ser declaradas como inconstitucionales por la jurisdicción constitucional.”
En abril del próximo año se cumplirán diez años desde que escribí esas líneas y los argumentos se mantienen vigentes. Una constituyente debería servir para mejorar y no para retroceder como sociedad, pero hay personas que quieren apelar a este mecanismo jurídico para limitar o eliminar las conquistas sociales que se materializaron en la Constitución Política de 1949.
Lo volvemos a decir nuevamente. No debemos comer cuento porque si lo hacemos, deberemos cargar en nuestras conciencias con la responsabilidad de catalizar el fin del Estado Social y de Derecho costarricense.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Columna Poliédrica La gente que vaya a votar por el grupo que llaman El Chavismo, no podrá decir que fue engañado. Si algo tienen las personas involucradas en esa agrupación política, es que han externado sus intereses y pretensiones en relación con el régimen político y jurídico costarricense; quieren mayoría parlamentaria para modificar las bases
Columna Poliédrica
La gente que vaya a votar por el grupo que llaman El Chavismo, no podrá decir que fue engañado. Si algo tienen las personas involucradas en esa agrupación política, es que han externado sus intereses y pretensiones en relación con el régimen político y jurídico costarricense; quieren mayoría parlamentaria para modificar las bases que Costa Rica ha tenido desde 1949, ya hablan sin filtros de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para concretar cambios que no parecen muy democráticos que digamos.
En relación con el tema de una Asamblea Nacional Constituyente, nosotros ya hemos escrito al respecto. En abril de 2016 manifestamos, en lo que interesa, lo siguiente:
“Desde hace un tiempo vienen ciertas cabezas calientes proponiendo que es necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. El argumento que han repetido, muchas veces, es que la institucionalidad costarricense se quedó obsoleta y que no funciona por culpa de una carta magna que no está acorde con el signo de los tiempos.
El argumento es total y completamente falaz. No es necesario convocar a una constituyente para arreglar los vicios que tiene el régimen político costarricense, ya que los cambios necesarios se podrían realizar por medio de reformas parciales a la carta magna; es decir, se trata de cambios que se pueden hacer con los procedimientos previstos en el mismo texto aprobado en 1949. (…)
El punto medular es que no existen recetas mágicas aplicables a todos los países. Cada sociedad tiene sus particularidades y no se puede pensar que con una Asamblea Nacional Constituyente los problemas de Costa Rica se van a solucionar; dicho en otras palabras, el frío no está en las cobijas, las relaciones de poder son más complejas y no dependen de la estructura política imperante.
Además, la coyuntura histórica no es favorable para que el texto resultante de una Asamblea Nacional Constituyente profundice las conquistas sociales del pueblo costarricense. A finales de la primera mitad del siglo XX, teniendo condiciones ideológicas y fácticas para aprobar el proyecto de Constitución Política elaborado por los socialdemócratas costarricenses ello no fue posible; ahora imaginen lo que sucedería en la actualidad, en un contexto en que el péndulo ideológico está hacia la derecha y los poderes fácticos están bajo el dominio de los grupos económicos.
En síntesis, no hay que ser muy inteligente para saber que en la actualidad no hay condiciones para aprobar una Constitución Política que permita profundizar y mantener las conquistas sociales del pueblo costarricense. Ante esta realidad, el camino más sensato es el de las reformas parciales, sin embargo, las cosas han llegado a tal extremo que este tipo de reformas pueden ser declaradas como inconstitucionales por la jurisdicción constitucional.”
En abril del próximo año se cumplirán diez años desde que escribí esas líneas y los argumentos se mantienen vigentes. Una constituyente debería servir para mejorar y no para retroceder como sociedad, pero hay personas que quieren apelar a este mecanismo jurídico para limitar o eliminar las conquistas sociales que se materializaron en la Constitución Política de 1949.
Lo volvemos a decir nuevamente. No debemos comer cuento porque si lo hacemos, deberemos cargar en nuestras conciencias con la responsabilidad de catalizar el fin del Estado Social y de Derecho costarricense.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Opinión – Diario Digital Nuestro País