Una de las noticias ya habituales cuando empieza el verano en Europa, es la que hace referencia a las elevadas temperaturas muy por encima de la media histórica del siglo XX. En lo que llevamos de siglo XXI, esta anomalía denominada “calentamiento global” experimenta año tras año un aumento progresivo e imparable. En los últimos años el inicio del verano boreal representa afrontar temperaturas que superan los 40 grados en buena parte del sur de Europa y en puntos del centro de Europa, una “nueva normalidad” de la que también forman parte las temperaturas estivales del mar Mediterráneo al mismo nivel que los mares tropicales, situación que genera tormentas cada vez más violentas y trágicas para muchas poblaciones.
Desde hace 50 años se sabe que el modelo productivo, de generación de energía, de consumo de productos desechables y de movilidad contaminante nos llevaría a esta situación que es extensible a todo el planeta. Sin embargo, es paradójico que en la Europa que proclama bienestar y progreso se mantenga un modelo que durante los veranos empuja a millones de ciudadanos a compartir masivamente el hábito del sol y playa. El calor insoportable en dichas playas, pero también en ciudades, en pueblos e incluso en parajes de montaña, se presenta a su cita anual con registros alarmantes y un futuro muy oscuro por delante, aunque para los gestores de la “cosa pública” que actúan como clanes mafiosos, el “statu quo” político, económico y social no es el responsable de nada.
El “calentamiento global” según los criterios de las mayores instituciones planetarias, resulta que es una responsabilidad compartida de toda la ciudadanía, pero sólo si eres rico podrás afrontarlo mejor. El “pobre obrero” europeo siempre tendrá durante los veranos la posibilidad de tomar vuelos “low-cost” para escapar de su mediocre vida, con destino a algún abarrotado enclave turístico donde el calor sigue siendo igual de insoportable que en su lugar de origen, y además debiendo pagar precios desorbitados con la correspondiente “tasa turística” añadida. Una “tasa turística” que supuestamente debe destinarse a la lucha contra el “calentamiento global” y la “precariedad laboral”, pero ya sabemos que todo esto es un cuento para seguir manteniendo el mismo modelo socioeconómico y para decir que el PIB anual ha sido un éxito de todos. El problema es que el planeta se derrite con todos nosotros dentro, una “emergencia climática” frente a la cual la única medida posible sería abandonar por completo un modelo que también es el responsable de todos los conflictos bélicos y de tener a representantes políticos que deberían estar en prisión.
(*) Sergi Lara, divulgador geográfico y asesor turístico.
Una de las noticias ya habituales cuando empieza el verano en Europa, es la que hace referencia a las elevadas temperaturas muy por encima de la media histórica del siglo XX. En lo que llevamos de siglo XXI, esta anomalía denominada “calentamiento global” experimenta año tras año un aumento progresivo e imparable. En los últimos

Una de las noticias ya habituales cuando empieza el verano en Europa, es la que hace referencia a las elevadas temperaturas muy por encima de la media histórica del siglo XX. En lo que llevamos de siglo XXI, esta anomalía denominada “calentamiento global” experimenta año tras año un aumento progresivo e imparable. En los últimos años el inicio del verano boreal representa afrontar temperaturas que superan los 40 grados en buena parte del sur de Europa y en puntos del centro de Europa, una “nueva normalidad” de la que también forman parte las temperaturas estivales del mar Mediterráneo al mismo nivel que los mares tropicales, situación que genera tormentas cada vez más violentas y trágicas para muchas poblaciones.
Desde hace 50 años se sabe que el modelo productivo, de generación de energía, de consumo de productos desechables y de movilidad contaminante nos llevaría a esta situación que es extensible a todo el planeta. Sin embargo, es paradójico que en la Europa que proclama bienestar y progreso se mantenga un modelo que durante los veranos empuja a millones de ciudadanos a compartir masivamente el hábito del sol y playa. El calor insoportable en dichas playas, pero también en ciudades, en pueblos e incluso en parajes de montaña, se presenta a su cita anual con registros alarmantes y un futuro muy oscuro por delante, aunque para los gestores de la “cosa pública” que actúan como clanes mafiosos, el “statu quo” político, económico y social no es el responsable de nada.
El “calentamiento global” según los criterios de las mayores instituciones planetarias, resulta que es una responsabilidad compartida de toda la ciudadanía, pero sólo si eres rico podrás afrontarlo mejor. El “pobre obrero” europeo siempre tendrá durante los veranos la posibilidad de tomar vuelos “low-cost” para escapar de su mediocre vida, con destino a algún abarrotado enclave turístico donde el calor sigue siendo igual de insoportable que en su lugar de origen, y además debiendo pagar precios desorbitados con la correspondiente “tasa turística” añadida. Una “tasa turística” que supuestamente debe destinarse a la lucha contra el “calentamiento global” y la “precariedad laboral”, pero ya sabemos que todo esto es un cuento para seguir manteniendo el mismo modelo socioeconómico y para decir que el PIB anual ha sido un éxito de todos. El problema es que el planeta se derrite con todos nosotros dentro, una “emergencia climática” frente a la cual la única medida posible sería abandonar por completo un modelo que también es el responsable de todos los conflictos bélicos y de tener a representantes políticos que deberían estar en prisión.
(*) Sergi Lara, divulgador geográfico y asesor turístico.
Opinión – Diario Digital Nuestro País