<p>Pedrea. Según la RAE tiene cuatro acepciones: acción o efecto de apedrear o apedrearse. Combate a pedradas. Pedrisco, granizada. Y, por último, conjunto de los premios menores de la lotería nacional.</p>
A mí de toda la historia del Gordo en Villamanín lo que más pena me da son los chicos que han salido diciendo que han perdido amigos
Pedrea. Según la RAE tiene cuatro acepciones: acción o efecto de apedrear o apedrearse. Combate a pedradas. Pedrisco, granizada. Y, por último, conjunto de los premios menores de la lotería nacional.
Dudo mucho que la escritora estadounidense Shirley Jackson conociera esta curiosidad lingüística de nuestro idioma cuando escribió su relato más famoso, La lotería, publicado en 1948 en The New Yorker, pero la verdad es que pareciera que el relato viene de ahí. Y, con lo que ha pasado esta semana en Villamanín (el pueblo de Palencia que se ha quedado roto por el Gordo), también pareciera que el relato se adelantó 80 años. O quizá lo que pasa es que los gestos humanos son bastante predecibles. La lotería nos cuenta el sorteo que se lleva a cabo todos los años en un pueblo ficticio de EE.UU para que les vaya bien en la cosecha. El sorteo, eso sí, tiene trampa, porque a la persona que saca la papeleta ganadora le toca ser apedreada y lapidada por el resto del pueblo.
El relato de Shirley se hizo famosísimo. Es uno de los cuentos más importantes de la historia de la literatura estadounidense. Hay adaptaciones cinematográficas, teatrales. Es el cuento por el que más cartas recibió The New Yorker y por el que más amenazas recibió Shirley Jackson, que tuvo que cambiar su buzón por uno el triple de grande para que entraran todas esas amenazas. Los lectores se le echaron encima porque no podían consentir tanta crueldad. Hasta la madre de Shirley le escribió una carta contándole lo decepcionada que estaba por el cuento.
Es imposible no pensar en él estos días, con todo el pueblo de Villamanín echándose encima de los chicos y las chicas de la Comisión de Fiestas, que vendieron las participaciones del Gordo y que tuvieron la mala suerte de sacar la papeleta ganadora. Ni en sus mejores sueños Shirley hubiera previsto que su relato se cumpliera, pero me la imagino sonriendo ahora desde la tumba, con el espíritu un poco lleno por haber reflejado tan bien la complejidad del alma humana. También me imagino sonriendo a Dickens desde la tumba por haber creado al señor Scrooge, ese avaro terrible que odia el espíritu de la Navidad y que solo quiere lo mejor para sí mismo.
A mí de toda la historia del Gordo en Villamanín lo que más pena me da son los chicos que han salido diciendo que han perdido amigos. Será que soy rara, pero siempre preferiré la familia antes que la herencia, los amigos antes que el dinero, el pueblo antes que la cosecha. Es mucho mejor ganar una pedrea, que no apedrearse.
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