Me hago a un lado, pero no me desconecto
He tomado una decisión importante: dar un paso al lado de la política partidaria.
No ha sido fácil, porque durante años creí —y aún creo— que la política puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas, cerrar brechas y construir un mejor país. Pero también soy fruto de una generación que ya no se identifica con esa política de siempre, con los mismos discursos, las mismas caras, las mismas jugadas.
He estado ahí. He vivido de cerca cómo se mueve el poder, cómo se toman decisiones, y también cómo se pierden oportunidades por intereses personales, egos o estructuras anquilosadas que no permiten que lo nuevo crezca. La política, en lugar de renovarse, muchas veces se encierra. Y ahí es donde muchos jóvenes deciden no entrar… o salirse.
¿Dónde están los nuevos liderazgos? ¿Dónde la política valiente, creativa, conectada con la realidad? Los jóvenes ya no quieren solo votar, quieren participar, construir, ser parte. Pero no les estamos dando las condiciones ni los espacios. Se sigue premiando la obediencia ciega, el acomodo, y se castiga la voz crítica, la visión diferente.
Y por eso decidí hacerme a un lado. No porque me rinda, sino porque quiero seguir luchando desde otro lugar. Desde la educación, el emprendimiento, la innovación, el trabajo colectivo. Porque estoy convencido de que hay muchas formas de hacer país, y no todas pasan por una papeleta electoral o una curul.
No me desconecto. Al contrario: me conecto más que nunca con las causas que me apasionan. Sigo desde el teclado alzando la voz, compartiendo ideas, proponiendo caminos desde mi experiencia. Porque quiero una mejor Costa Rica, no por una bandera, sino por mis hijos, por mi familia, por el país que quiero dejarles. Que quede mi legado, y que el día de mañana mis hijos se sientan orgullosos de saber que su papá nunca se detuvo, que siempre luchó por construir algo mejor, con o sin cargo, con o sin aplausos.
Sigo creyendo en el servicio público, pero no en el espectáculo. Sigo creyendo en el liderazgo, pero no en el protagonismo. Sigo creyendo en el poder de las ideas, pero no en las imposiciones.
A los jóvenes les digo: no se alejen del país, aunque se alejen de la política como hoy la conocemos. Hay mil formas de hacer la diferencia. Y si no encontramos espacio, lo creamos.
Costa Rica no necesita más políticos de siempre. Necesita líderes de verdad.
Me hago a un lado, pero no me desconecto
He tomado una decisión importante: dar un paso al lado de la política partidaria. No ha sido fácil, porque durante años creí —y aún creo— que la política puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas, cerrar brechas y construir un mejor país. Pero también soy fruto de una generación que ya no se identifica
Redacción
El Mundo CR
Me hago a un lado, pero no me desconecto
He tomado una decisión importante: dar un paso al lado de la política partidaria.
No ha sido fácil, porque durante años creí —y aún creo— que la política puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas, cerrar brechas y construir un mejor país. Pero también soy fruto de una generación que ya no se identifica con esa política de siempre, con los mismos discursos, las mismas caras, las mismas jugadas.
He estado ahí. He vivido de cerca cómo se mueve el poder, cómo se toman decisiones, y también cómo se pierden oportunidades por intereses personales, egos o estructuras anquilosadas que no permiten que lo nuevo crezca. La política, en lugar de renovarse, muchas veces se encierra. Y ahí es donde muchos jóvenes deciden no entrar… o salirse.
¿Dónde están los nuevos liderazgos? ¿Dónde la política valiente, creativa, conectada con la realidad? Los jóvenes ya no quieren solo votar, quieren participar, construir, ser parte. Pero no les estamos dando las condiciones ni los espacios. Se sigue premiando la obediencia ciega, el acomodo, y se castiga la voz crítica, la visión diferente.
Y por eso decidí hacerme a un lado. No porque me rinda, sino porque quiero seguir luchando desde otro lugar. Desde la educación, el emprendimiento, la innovación, el trabajo colectivo. Porque estoy convencido de que hay muchas formas de hacer país, y no todas pasan por una papeleta electoral o una curul.
No me desconecto. Al contrario: me conecto más que nunca con las causas que me apasionan. Sigo desde el teclado alzando la voz, compartiendo ideas, proponiendo caminos desde mi experiencia. Porque quiero una mejor Costa Rica, no por una bandera, sino por mis hijos, por mi familia, por el país que quiero dejarles. Que quede mi legado, y que el día de mañana mis hijos se sientan orgullosos de saber que su papá nunca se detuvo, que siempre luchó por construir algo mejor, con o sin cargo, con o sin aplausos.
Sigo creyendo en el servicio público, pero no en el espectáculo. Sigo creyendo en el liderazgo, pero no en el protagonismo. Sigo creyendo en el poder de las ideas, pero no en las imposiciones.
A los jóvenes les digo: no se alejen del país, aunque se alejen de la política como hoy la conocemos. Hay mil formas de hacer la diferencia. Y si no encontramos espacio, lo creamos.
Costa Rica no necesita más políticos de siempre. Necesita líderes de verdad.
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