<p><strong>Jordan Harper</strong> (Springfield, Misuri 1976), escritor y guionista estadounidense, es una de las voces más destacadas de la novela negra contemporánea. Con una trayectoria que combina la literatura y la televisión, Harper ha trabajado en proyectos como la adaptación de <i>LA Confidential</i> para la pequeña pantalla. Su última novela, <i>Silencios que matan</i> (Salamandra), es un retrato crudo y actualizado de Hollywood, donde el poder, el sexo y la violencia se entrelazan en una trama que explora los secretos más oscuros de la industria del entretenimiento. Originario de una zona rural de Estados Unidos, Harper ha logrado trasladar su mirada única a Los Ángeles, ciudad que describe como «eterna» en su capacidad para combinar corrupción y glamur.</p>
El novelista se ha convertido en un referente de la novela negra actual y la crítica ha elevado ‘Silencios que matan’ al nivel de James Ellroy o James M. Cain
Jordan Harper (Springfield, Misuri 1976), escritor y guionista estadounidense, es una de las voces más destacadas de la novela negra contemporánea. Con una trayectoria que combina la literatura y la televisión, Harper ha trabajado en proyectos como la adaptación de LA Confidential para la pequeña pantalla. Su última novela, Silencios que matan (Salamandra), es un retrato crudo y actualizado de Hollywood, donde el poder, el sexo y la violencia se entrelazan en una trama que explora los secretos más oscuros de la industria del entretenimiento. Originario de una zona rural de Estados Unidos, Harper ha logrado trasladar su mirada única a Los Ángeles, ciudad que describe como «eterna» en su capacidad para combinar corrupción y glamur.
Cuando nos citamos con Harper por videoconferencia, nos confiesa que ha vivido entre dos mundos: el de las letras y el de las pantallas. Silencios que matan’ ha sido aclamada por la crítica como una obra que actualiza la novela negra clásica, llevándola al siglo XXI con una perspectiva fresca y necesaria. Pero, ¿cómo llegó Harper a convertirse en uno de los referentes del género? ¿Qué lo impulsó a escribir sobre un Hollywood en decadencia, pero aún poderoso?
Cuando Denis Lehane aseguró que ‘Silencios que matan’ era el hijo ilegítimo de James Ellroy y James M. Cain, no lo hizo a la ligera. Harper admite que los dos autores son referentes ineludibles en su trabajo. «La verdad es que lo intento», confiesa. «Siempre trabajo con ellos como referentes y también otros que han contribuido a forjar la leyenda más violenta de Los Ángeles». Sin embargo, Silencios que matan busca alejarse de los años 40 y 50 para empujar la novela negra angelina al siglo XXI.
«Mi perro se llama Ellroy», bromea Jordan Harper. Pero su conexión con la novela negra va más allá de la admiración literaria. El escritor creció entre lo que suele conocerse despectivamente como white trash, la clase trabajadora blanca de bajos recursos. «Mi novela previa, La educación de Polly McClusky, trataba un poco de ese medio», recuerda. Luego, tras mudarse a Los Ángeles y trabajar durante 15 años como guionista, Harper encontró una nueva perspectiva que plasmó en Silencios que matan.
La idea de esta nueva novela surgió precisamente mientras Harper adaptaba ‘LA Confidential’ para la televisión. «Añadí algo que no estaba en la novela de Ellroy», explica. «Era la historia de un personaje que quería ser actriz en Hollywood y sufría un abuso sexual por parte de un productor«. Este añadido, que incorporaba el tema del movimiento Me Too, no fue bien recibido por los ejecutivos de CBS. «Un tal Leslie Roy Moonves no le dio luz verde», recuerda Harper. Curiosamente, Moonves sería investigado poco después por abusos sexuales, lo que llevó a Harper a reflexionar sobre el mundo de secretos y cuchicheos que rodea a Hollywood. «Eso no aparecía en otras novelas negras clásicas y muy masculinas. «Yo quería aportar una nueva voz, y también buscaba que fuera una mujer».
Harper reconoce que Hollywood ha cambiado, pero no tanto como podría parecer. «El declive de Hollywood ha afectado más a los trabajadores con puestos más bajos, no a los directivos«, afirma. «Sigue habiendo personas muy poderosas en este mundo». Para el autor, el poder siempre encontrará un lugar en Hollywood, ya que los vínculos entre dinero, sexo y poder son inherentes a la industria. «Por eso me interesaba hablar de las empresas de gestión de crisis, esos intermediarios diabólicos que gestionan los trapos sucios», explica. «En mi novela atienden al apelativo de La Bestia«.
Los personajes centrales de Silencios que matan, Mae Pruett y Chris Tamburro, son una antigua pareja que se ve obligada a colaborar en medio de una trama de secretos y traiciones. Harper describe a ambos como personas atrapadas por sus malas decisiones. «Lo que me parece interesante es que tienen algo bueno dentro de ellos, pero no es lo que se cultiva en el mundo en el que están», explica. «No les queda más remedio que mentirse a sí mismos». Este equilibrio entre lo bueno y lo malo es algo que el escritor ha experimentado en carne propia durante sus años en Hollywood. «Siempre tienes que estar sonriendo a alguien que es malo. Siempre tienes que alabar a alguien por algo que no ha hecho realmente. Ves a tus jefes ricos que acumulan una enorme riqueza que no se han ganado».
Aunque Harper ha tenido una exitosa carrera como guionista, reconoce que su verdadera pasión es la literatura. «Recientemente he cambiado la forma en la que hablo de mí mismo», confiesa. «Ahora digo que soy novelista y a veces trabajo en televisión«. Esta decisión refleja su deseo de centrarse en lo que le produce mayor satisfacción artística. «Durante mucho tiempo me he dicho a mí mismo: ‘Tienes que hacer lo que te da dinero’. Pero después de un trabajo reciente que no me gustó nada, decidí centrarme más en las novelas».
Harper ya está trabajando en la segunda entrega de Silencios que matan, titulada Una masterpiece violenta. «Creo que habrá un tercero, y probablemente un cuarto», adelanta. «Todos van a tener protagonistas distintos, pero los malos serán los mismos». Además, Harper planea explorar el mundo de las empresas de seguridad privada y los años 80 en Los Ángeles, una época marcada por la cocaína y los escándalos. «Los 80 fueron los años de la cocaína», recuerda. «Quiero contar la historia del Sunset Strip, los productores poderosos que trabajaban con una maleta llena de cocaína y otra con armas«.
Uno de los logros más destacados de ‘Silencios que matan’ es su capacidad para fusionar el movimiento Me Too con el hardboiled clásico. Harper cree que esta unión fue natural. «Mi principal proyecto es escribir sobre América como un lugar violento», explica. «En el siglo XXI, la violencia ha cambiado. No es solo física, sino también simbólica, como el abuso sexual o las mentiras en los medios». Para Harper, estas formas de violencia forman parte del mismo espectro, y su novela busca encarnar esa idea.
Sobre el futuro de Hollywood, Harper es escéptico. «Cualquier intento de cambiar las jerarquías siempre va a encontrar resistencia», afirma. «América se basa en la violencia y en las jerarquías». Aunque el movimiento Me Too ha tenido un impacto, su influencia ha sido más simbólica que real: «Han convertido el Me Too en algo momentáneo».
En las primeras páginas de Silencios que matan, un pirómano prende fuego a los campamentos de indigentes. Esta escena, escrita antes de los recientes fuegos que han cercado Los Ángeles, adquiere un significado especial en el contexto actual. «El fuego siempre ha formado parte de mi trabajo«, explica Harper. «Es una metáfora perfecta para una ciudad como Los Ángeles, donde la violencia y los desastres naturales son parte de la vida».
Harper reconoce que utiliza el fuego con frecuencia en sus escritos, tanto como elemento narrativo como metáfora. «Estoy escribiendo el nuevo libro y tengo que borrar algunas líneas porque abuso mucho de la metáfora del fuego», admite. «Pero es algo que pasa, y es inevitable en una ciudad como esta».
Cuando le preguntamos acerca de si los Estados Unidos bajo el segundo mandato de Donald Trump acabarán como tragedia o más bien como comedia, el autor de ‘Silencios que matan’ no duda en responder. «¿Por qué no ambas al mismo tiempo?», sugiere. «Trump es horrible, pero es el síntoma de una enfermedad. Es el hombre perfecto para la América de hoy». Harper cree que Trump representa el equilibrio entre imagen y brutalidad y destaca su capacidad para cruzar barreras invisibles que otros no se atreven a traspasar.
Cultura