<p>«¿Melodrama pop? ¿Pero eso qué es?». Se enfada Jimena Amarillo cuando alguien pone nombre a lo que hace, incluso su discográfica en la nota de prensa. <strong>Si algo la define es que es inclasificable</strong>: «Es intensidad como de una forma graciosa… Bueno, en fin, yo lo denomino un cuadro. ¡Un cuadro!».</p>
La musa del rarismo vuelve con Angélika, un autorretrato con mucho mensaje. A sus 24 años, ha entendido por fin de qué va la industria y reniega de su pasado: «Algunos artistas necesitamos sacar música de mierda para aprender a hacerlo bien»
«¿Melodrama pop? ¿Pero eso qué es?». Se enfada Jimena Amarillo cuando alguien pone nombre a lo que hace, incluso su discográfica en la nota de prensa. Si algo la define es que es inclasificable: «Es intensidad como de una forma graciosa… Bueno, en fin, yo lo denomino un cuadro. ¡Un cuadro!».
Con 24 años ya ha catado esta valenciana las mieles y las hieles del éxito. Se ha hecho un curso acelerado de qué hay que hacer y qué no cuando una se convierte en un personaje público, ha entendido a fondo en qué consiste la industria musical y ha llegado a una conclusión: cuanta menos gente meta mano en lo suyo, mejor. Con esos mimbres presenta su tercer disco de estudio, Angélika, que de estudio tiene poco porque está concebido y grabado casi íntegro en su casa salvo una mínima parte que nació en París con un súper productor francés con el que no compartió ningún idioma salvo el de la música: «Si lo que hacía ya era raro pues ha salido más raro aún. De puta madre».
La rareza es uno de los motores que mueven la vida de esta cantautora atípica, si no el principal. Su estética lo anuncia sin ambages: peinado mohicano rapado a capricho sobre las largas patillas y flequillo como cortado a mordiscos; tatuajes en la cara; ropa en superposiciones imposibles y aire general andrógino. Su bio de Tinder reza, o rezaba cuando lo tenía: «Lesbiana o maricón», y esa dicotomía resume bien su rollo.
En esta nueva aventura tiene una curiosa compañera de viaje: un cabezudo gigantesco vestido de leopardo cuyas aventuras y desventuras va relatando en una cuenta de Instagram. El muñeco pesa tanto que las bailarinas que lo llevarán sobre el escenario están ya entrenando.
- ¿Quién es realmente Angélika?
- En resumidas cuentas, es mi alter ego trans. Yo me he cohibido mucho, me he ido dejando llevar porque pensé que las cosas se hacían en plan: una banda y canciones intensas. Siempre me ha jodido que me llamen intensa porque no lo soy, ahora quiero que la gente me conozca de verdad. Lo realmente guay de la música es el poder de la performance, pero yo no soy expresiva. Querría volverme loca en el escenario pero no puedo. ¿Qué hago? Pues crear un muñeco gigante y traerme a unas bailarinas y que todo lo que transmito con mis canciones se exprese en físico en el escenario. Ni banda ni hostias: tiro las bases, unos visuales bien chulos y me pongo a rapear. Lo mismo hasta bailo.
A Jimena Amarillo le cuesta trabajar con gente -«con hombres, más»- así que ella se lo guisa y ella se lo come todo: la letra, la música y la dirección artística. Compone según le brota y no se guarda nada dentro, los 10 temas que componen Angélika han nacido en «puro freestyle»: cuando notaba el cosquilleo de la inspiración se ponía un micrófono delante y fluía. Sin estrategia, sin estructura, sin plan. «Yo funciono así», reconoce. «Cuanto menos pienso que estoy componiendo, mejor me sale». Tenía 20 años cuando consiguió su primer Disco de Oro, muy errada no andará.
«Antes de que nos censuren por completo yo voy a continuar haciendo lo mío. Yo no tengo miedo y no me voy a cortar un pelo»
- No te gusta aquel Cafeliko que te lanzó a la fama…
- Estoy hasta el puto coño, no me gusta absolutamente nada. Pero lo sigo cantando en directo, lo que no escucharás es nada de mi anterior disco. No lo tendría que haber sacado. Yo estaba muy mal en esa época, fue un poco por el tirón. ¿Reniego de ello? Sí, pero bueno, en ese tiempo yo era así de cuadro y punto pelota. Abrazo el cringe, abrazo la vergüenza ajena. Supongo que algunos artistas tenemos que sacar música de mierda para luego aprender a hacerla bien.
Canta Jimena en Angélika al amor, como siempre, pero esta vez al bonito, al del principio, a ese que te engancha y no te suelta. Está enamorada y se nota, y su alegría es tan contagiosa que el estribillo de su primer single, Flow desquiciada, se convirtió en banda sonora viral en TikTok: «Un flequillo que mide un milímetro, luce vasca/ Ese pikete de rara/ Así de mona va siempre, flow deskiciada».
- He tenido que buscar algunas palabras en Google…
- Me gusta ser concreta, que lo entiendan mis raras: mi novia, mi ex, mis amigas… A veces pienso que el público no se va a enterar de nada, pero me la pela, me encanta ir con mi jerga.
- ¿No le da miedo a la gente acercarse a ti y terminar convertida en protagonista de tu próximo ‘hit’?
- [Ríe] ¡Me lo han dicho varias chicas! Mis amigas siempre están en plan: «¿Y cuándo vas a hacer una canción sobre esto?». Cada segundo de mi día me sirve para hacer un trema. Conocí a mi pareja hace cuatro meses y en el disco hay dos canciones para ella.
- «Ella se metió en el lesbianismo de pleno/ Le hacía falta ya«. ¿Es la chica del flequillo perfecto?
- Sí, es ella. Venía de otra movida, no me escuchaba ni nada, y se ha metido de pleno en mis canciones, un cuadro de una lesbiana que dice las cosas sin tapujos.
«Canté en un evento con Pedro Sánchez estuve un mes recibiendo amenazas de muerte. No lo volvería a hacer»
- Antes te molestaba que dijeran que haces «música para lesbianas»…
- Al principio me rayaba porque quería que se hablara de mi música, pero ya no quiero hacer sólo música. Quiero que la gente me vea y que le diga a su madre: voy a ver a esta cantante porque es lesbiana y quiero ser como ella. Hacen falta referentes y ahora más que nunca, las leyes cada vez son más duras con el colectivo en otros países y aquí eso va a llegar prontísimo, así que antes de que nos censuren por completo yo voy a continuar haciendo lo mío. Yo no tengo miedo y no me voy a cortar un pelo.
- ¿Y cómo reacciona la gente en redes?
- A la gente le da lo mismo que hagas música: si tienes algo disidente, van a por ti. Cuando hice el evento de Pedro Sánchez por el 50 aniversario de la muerte de Franco estuve un mes recibiendo mensajes de grupos nazis diciendo que ojalá me hubiera muerto yo y no él. Todavía recibo alguno, hay gente que me sigue para joderme viva. Tienes que ser muy fuerte mentalmente.
No era la primera vez que Jimena Amarillo se relacionaba con una campaña gubernamental. Ya fue imagen de Correos y del Bono Cultural Joven. «Lo hice por dinero, lo digo abiertamente. Mi música es política, pero no quería meterme en la política partidista en la que me metieron. Me dijeron que no iba a haber cámaras y de repente, mi foto con el presidente y el vídeo del acto estaban en todas partes. No lo calibré. Tenía 23 años, joder, no tenía ni puta idea de nada».
- No te veremos en otra de esas…
- No, no. Por mucho que me paguen eso yo no me lo vuelvo a comer ni de coña.
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