Columna Poliédrica
El proceso penal costarricense es desarrollado por personas de carne y hueso. Son los abogados, los jueces y en general los que están involucrados en los diferentes procedimientos judiciales, los que interpretan las normas y deciden, por medio de las resoluciones y sentencias, el derrotero del proceso penal; dicho de manera sencilla, son las personas con sus decisiones las que determinan los resultados del proceso penal, aunque siempre busquen justificarlas con base en la norma, en la jurisprudencia o en la doctrina jurídica.
El problema es que quienes deciden, casi siempre, asumen una interpretación exegética para no complicarse la existencia. Estamos hablando de los jueces que optan por la vía más fácil y apegados a un positivismo jurídico normativista, es decir, se escudan en las normas para justificar decisiones que son una burla para el mismo proceso penal; para que nos entendamos, por ejemplo, se otorga casa por cárcel cuando se sabe que el cumplimiento de los requisitos formales son fabricados o artificiales, lo único es que haya un médico haciendo constar que el imputado tiene la patología alegada por el abogado.
El problema del garantismo penal, es que permite que los malhechores se aprovechen de las normas jurídicas que pretenden la protección de los derechos humanos de las personas. Se trata de una estructura jurídica basada en el presupuesto de la buena fe de quienes participan en el proceso penal, sin embargo, en Costa Rica sobran los ejemplos en que se manipula los elementos de prueba para acreditar supuestos de hecho para otorgar beneficios a los que participan en el proceso penal; esto lo saben los jueces, lo conocen los abogados y lo vemos los ciudadanos, incluso, los que no saben absolutamente de derecho.
Al final lo que más indigna es que todos vemos la manipulación que se hace de las normas del proceso penal. Ser abogado penalista en Costa Rica es litigar con una ventaja enorme, ya que el ordenamiento jurídico protege de manera importante los excesos del aparato represivo del Estado y otorga beneficios de diverso tipo a imputados y sentenciados; pero, además, los jueces penales se caracterizan por su formalismo y aunque sepan que se está engañando o aprovechando de lo que establece el ordenamiento jurídico, harán una interpretación exegética de la norma como si se tratará de una operación matemática.
Y que no vengan a decir que no existe otra opción interpretativa. Cuando les conviene abren el margen de interpretación y se escudan en normas más generales, principios, normas internacionales, en fin, a veces deciden pensar en lugar de actuar como autómatas; dicho de otro modo, en lugar de asumir lo que algunos autores llaman un positivismo ideológico, deberían ponerse a pensar la forma de hacer justicia y evitar que los vivazos del derecho se salgan con la suya.
Los ciudadanos de bien lo que estamos hartos es de ver la farsa en que se ha vuelto el proceso penal. De ver a jueces, abogados y demás personas involucradas con el derecho costarricense, hacerse de la vista gorda con los diversos abusos, engaños, aprovechamientos indebidos, en fin, con la toma de pelo que los vivazos nos hacen para favorecer a quienes hacen daño con sus actos al resto de la sociedad costarricense.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Columna Poliédrica El proceso penal costarricense es desarrollado por personas de carne y hueso. Son los abogados, los jueces y en general los que están involucrados en los diferentes procedimientos judiciales, los que interpretan las normas y deciden, por medio de las resoluciones y sentencias, el derrotero del proceso penal; dicho de manera sencilla, son
Columna Poliédrica
El proceso penal costarricense es desarrollado por personas de carne y hueso. Son los abogados, los jueces y en general los que están involucrados en los diferentes procedimientos judiciales, los que interpretan las normas y deciden, por medio de las resoluciones y sentencias, el derrotero del proceso penal; dicho de manera sencilla, son las personas con sus decisiones las que determinan los resultados del proceso penal, aunque siempre busquen justificarlas con base en la norma, en la jurisprudencia o en la doctrina jurídica.
El problema es que quienes deciden, casi siempre, asumen una interpretación exegética para no complicarse la existencia. Estamos hablando de los jueces que optan por la vía más fácil y apegados a un positivismo jurídico normativista, es decir, se escudan en las normas para justificar decisiones que son una burla para el mismo proceso penal; para que nos entendamos, por ejemplo, se otorga casa por cárcel cuando se sabe que el cumplimiento de los requisitos formales son fabricados o artificiales, lo único es que haya un médico haciendo constar que el imputado tiene la patología alegada por el abogado.
El problema del garantismo penal, es que permite que los malhechores se aprovechen de las normas jurídicas que pretenden la protección de los derechos humanos de las personas. Se trata de una estructura jurídica basada en el presupuesto de la buena fe de quienes participan en el proceso penal, sin embargo, en Costa Rica sobran los ejemplos en que se manipula los elementos de prueba para acreditar supuestos de hecho para otorgar beneficios a los que participan en el proceso penal; esto lo saben los jueces, lo conocen los abogados y lo vemos los ciudadanos, incluso, los que no saben absolutamente de derecho.
Al final lo que más indigna es que todos vemos la manipulación que se hace de las normas del proceso penal. Ser abogado penalista en Costa Rica es litigar con una ventaja enorme, ya que el ordenamiento jurídico protege de manera importante los excesos del aparato represivo del Estado y otorga beneficios de diverso tipo a imputados y sentenciados; pero, además, los jueces penales se caracterizan por su formalismo y aunque sepan que se está engañando o aprovechando de lo que establece el ordenamiento jurídico, harán una interpretación exegética de la norma como si se tratará de una operación matemática.
Y que no vengan a decir que no existe otra opción interpretativa. Cuando les conviene abren el margen de interpretación y se escudan en normas más generales, principios, normas internacionales, en fin, a veces deciden pensar en lugar de actuar como autómatas; dicho de otro modo, en lugar de asumir lo que algunos autores llaman un positivismo ideológico, deberían ponerse a pensar la forma de hacer justicia y evitar que los vivazos del derecho se salgan con la suya.
Los ciudadanos de bien lo que estamos hartos es de ver la farsa en que se ha vuelto el proceso penal. De ver a jueces, abogados y demás personas involucradas con el derecho costarricense, hacerse de la vista gorda con los diversos abusos, engaños, aprovechamientos indebidos, en fin, con la toma de pelo que los vivazos nos hacen para favorecer a quienes hacen daño con sus actos al resto de la sociedad costarricense.
(*) Andi Mirom es Filósofo
Opinión – Diario Digital Nuestro País