<p>Si se considera usted melómano y no ha escuchado hablar de <strong>Chappell Roan</strong> este último año, quizá tenga un severo problema de desconexión con la realidad. Tras un año de creciente popularidad y reconocimiento, la excéntrica cantante se ha consagrado como la revelación de la música estadounidense en 2024 con el premio a <strong>Mejor Nueva Artista en los Grammy</strong>, uno de los cuatro grandes reconocimientos de la gala que se ha celebrado este domingo por la noche en Los Ángeles.</p>
Nacida en una familia ultraconservadora, la artista de 26 años que saltó a la fama con Good Luck, Babe! gracias a TikTok se ha impuesto en los Grammy en una de las categorías más importantes, el premio a mejor nueva artista
Si se considera usted melómano y no ha escuchado hablar de Chappell Roan este último año, quizá tenga un severo problema de desconexión con la realidad. Tras un año de creciente popularidad y reconocimiento, la excéntrica cantante se ha consagrado como la revelación de la música estadounidense en 2024 con el premio a Mejor Nueva Artista en los Grammy, uno de los cuatro grandes reconocimientos de la gala que se ha celebrado este domingo por la noche en Los Ángeles.
Los premios Grammy han repartido el protagonismo entre Beyoncé, Kendrick Lamar y Sabrina Carpenter. Beyoncé ha ganado por fin el Grammy a mejor álbum del año por Cowboy Carter: es la primera artista negra que logra el máximo galardón de los Grammy en este siglo. Además, Kendrick Lamar ha conseguido un pleno histórico: se ha llevado los cinco premios a los que optaba por Not Like Us, su atómica canción en la que acusa a Drake de ser un pedófilo. Sabrina Carpenter se ha consagrado como nueva reina del pop con los premios a mejor disco de pop por Short n’ Sweet y mejor grabación solista de pop por la inevitable Espresso.
La versión corta para conocer a Chappell Roan (Missouri, 1998) es que es la nueva estrella del pop yanqui.
Su actuación en los Grammy, rodeada de vaqueros-payaso y montada sobre un caballo de juguete del tamaño de un tanque, ha dejado claro que la discreción no es lo suyo. En septiembre pasado, cuando recibió el premio a Artista Revelación en los MTV Video Music Awards, aprovechó para dedicarlo a la comunidad LGTBIQ+ y lo celebró prendiendo fuego al escenario del UBS Arena, en una actuación de fantasía medieval donde apareció vestida como un paladín de Dragones y Mazmorras o una princesa guerrera de Juego de Tronos, trencitas y arco en mano. Casi como, si en lugar de en una gala de premios, estuviese jugando a un videojuego.
Precisamente por su actitud performática y su descaro bajo cualquier circunstancia, artistas como Elton John o Lady Gaga han profesado públicamente su devoción por Roan. Autodefinida como cantautora, la joven de 26 años es una abanderada del movimiento queer, la estética drag y el estilo camp. Olivia Rodrigo la escogió como telonera de su gira Guts en Los Ángeles y la invitó a cantar uno de sus singles, Hot to Go!, tras coprotagonizar un par de vídeos en las redes sociales.
Y es que, desde que en septiembre de 2023 lanzase su álbum The Rise and Fall of a Midwest Princess -un debut cuajado de ganchos de synth-pop-, la popularidad de Roan no ha dejado de crecer. De hecho, será una de las cabezas de cartel del próximo festival Primavera Sound de Barcelona, que se celebra entre el 4 y el 8 de junio.
En Coachella llamó la atención de un público intergeneracional con sus prodigiosos falsetes y reventó a una crítica reticente a abrirle la puerta a otra joven weirdo como Billie Eilish. Acaparó titulares con un estilismo inspirado en los años 80: pelo rizado, mallas de leopardo y una camiseta de tirantes que decía «Eat Me». Pero fue ella quien se los comió a todos. Días después, su canción Good Luck, Babe! -donde habla de una mujer incapaz de asumir su sexualidad y reconocer su amor por ella- se volvió viral en TikTok, colándose directamente en el Billboard Hot 100.
Si uno quiere conocer la versión larga de la historia de Chappell Roan, debe remontarse a 2014. Durante una década, su senda hacia la fama ha estado plagada de tantas rosas como espinas. Nacida como Kayleigh Rose Amstutz, el ojito derecho de una familia de valores profundamente conservadores, Roan empezó a subir versiones en YouTube siendo una adolescente, con la intención de darle forma a su alter ego extravagante. Para dar vida a su creación, al más puro estilo del doctor Frankenstein, primero eligió su nombre artístico: un homenaje a su abuelo, Dennis Chappell, cuya canción favorita era The Strawberry Roan, de Marty Robbins.
Con 16 años, Roan compuso su primera canción original, Die Young, lo que al año siguiente le valió un contrato con Atlantic Records. La discográfica la despidió en 2020 por «no generar suficientes ganancias», un hándicap que la empujó sin flotador a la piscina de la música independiente. Pero su proyecto de álbum debut creció como la espuma y en 2023 tuvo que firmar con un nuevo sello, Amusement Records, ya que su vida se había vuelto «inmanejable». A cambio, puso la condición de «mantener el control creativo de su carrera y poder expresarse plenamente», según recoge la revista Rolling Stone. Prueba de ello fue su decisión de elegir a drag queens y animadores locales como teloneros de su primera gira, Naked in North America, instando a su público a ir disfrazados a los conciertos; una tradición que también continuó en su gira internacional Midwest Princess.
Alérgica a las alfombras rojas y diagnosticada con un trastorno bipolar, Roan hizo su debut televisivo en un late night vestida de novia en febrero de este año. Al cabo de pocas semanas, los siete millones y medio de reproducciones de su Tiny Desk Concert, donde aparecía enjoyada y empelucada como un participante más de Drag Race, atiborraron al algoritmo de YouTube,
Así las cosas, el ascenso de Chappell Roan al Olimpo del pop contemporáneo es tan claro como impredecible. ¿Lo último? Aparecer cubierta de pintura verde, como una Estatua de la Libertad humana, para presentar su canción Subway en el Festival Governors Ball de Nueva York. Y revelar, de paso, que había rechazado actuar en la celebración del Orgullo en la Casa Blanca: «Queremos libertad y justicia para todos. Cuando eso sea una realidad, ahí estaré». Buena suerte con eso, babe.
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